Aristócrata y director de cine, apasionado confeso de la ópera, amante del arte y la belleza en todas sus formas, Luchino Visconti di Modrone era hijo del conde de Lonate Pozzolo, título nobiliario que él mismo heredaría a la muerte de su padre. Luchino creció en un entorno refinado, entre palacios suntuosos, obras de arte y asistencias a la ópera. Dicen que su principal afición fue la cría de caballos… hasta que Coco Chanel le presentó al cineasta Jean Renoir.
Dicen que fue Renoir y su talento quienes le deslumbraron y arrastraron a París para aprender el oficio como asistente de dirección suyo en Una partida de campo. Desde ahí, Visconti, el de El Gatopardo y Muerte en Venecia, el que pisó y trabajo en La Scala y el Covent Garden, el mismo que, en la persona de Maria Callas, dio nueva vida a Anna Bolena, el director de la Palma y el León de Oro al que se rindieron Cannes y Venecia, el gran cineasta al que Hollywood no concedió más que una nominación al Oscar. Hoy, 2 de noviembre, lo recordamos porque tal día como hoy, más de un siglo atrás, nacía en Milán.
Visconti fue el hombre de las grandes contradicciones. Descendiente de una de las familias más ilustres de Italia, de formación marxista, tan mujeriego como homosexual, el director italiano vivió sus comienzos artísticos en esa época agitada de la historia entre las crisis del fascismo y el triunfo de las nuevas ideas sociales que, empujadas por el Partido Comunista Italiano, posibilitaron la reorganización de su país.
Visconti debutó con Obsesión, película imprescindible para comprender la génesis del movimiento neorrealista, que versionaba la novela de James M. Cain El cartero siempre llama dos veces. Así introdujo una nueva visión del cine, de la dirección de actores y en la concepción de la realidad y de los problemas sociales. Visión que repite en una autentica obra maestra, La tierra tiembla, parte de una trilogía jamás rodada con actores no profesionales y financiada por el Partido Comunista Italiano, donde narra la historia de un pescador que intenta establecerse por su cuenta mientras espera una revolución que nunca llega.
En plena fiebre del neorrealismo pero con su particular visión del arte y la estética, Visconti rodó Bellísima, el impecable retrato sobre la obsesión por la fama, y también Rocco y sus hermanos, la inigualable mirada en torno a una familia rural del sur que emigra a la ciudad, película con la que cierra su ciclo neorrealista.
Antes del Rocco había filmado Senso, película en la que se apartaba del neorrealismo para introducirse en el que se convertiría en su tema más recurrente, la decadencia de la aristocracia. La obra con la que demuestra ser uno de los grandes maestros del cine fue El gatopardo, impecable adaptación de la famosa novela de Giuseppe Tomasi Di Lampedusa, un gran retrato social sobre la nobleza, la burguesía y la capacidad de adaptación a las transformaciones sociales con la que ganó la Palma de Oro en Cannes. Poco más tarde conocería al actor austríaco Helmut Berger, al que convirtió en amante y le encomendó uno de los papeles más importantes de La caída de los dioses, la historia en torno a una familia adinerada alemana cuyos miembros apoyan casi todos al nazismo. Posiblemente el mejor papel de Berger, haciendo de desagradable y pedófilo fascista.
En su último período Visconti volvió a sorprender con su íntima visión sobre la soledad de su generación ante un mundo que ha cambiado y la irrupción de una juventud con valores diferentes. Basada en la novela homónima de Thomas Mann, Muerte en Venecia es muchas cosas, entre ellas la mirada de un artista adulto, su admiración por la belleza y la preocupación por la relación entre arte y ética.
Algunas de sus frases célebres
- 1
"El cine nunca es arte. Es un trabajo de artesanía, de primer orden a veces, de segundo o tercero lo más."
- 2
"Creo que no se puede ser hombre, y mucho menos artista, sin tener una conciencia política. El arte es política."
- 3
"Aquél que ha contemplado la belleza está condenado a seducirla o morir."
- 4
"El aburrimiento es uno de los mayores descubrimientos de nuestro tiempo."
- 5
"Los ojos deben decir siempre lo que la boca no dice."
- 6
"Podría hacer una película frente a una pared si supiera cómo encontrar la verdadera humanidad del hombre y cómo expresarla."
- 7
"Decir algo personal no es fácil. Hay que meditar sobre lo que se dice y trabajar mucho."
- 8
"Creo que hoy hay demasiados directores que se toman en serio. El único capaz de decir algo realmente nuevo e interesante es Luis Buñuel."
- 9
"Me gusta el melodrama porque está situado justo en el punto de encuentro entre la vida y el teatro."
- 10
"La belleza pertenece a los sentidos. Sólo a los sentidos."
- 11
"Quien conoce a Visconti sabe bien que sus gestos tienen más peso y lo reflejan mejor que sus palabras."
Michelangelo Antonioni.