Ingeniero, escritor, pintor y experto en temas militares, Juan Benet Goitia se rebelaba como escéptico, melancólico y sarcástico. Nació en Madrid en 1927 y en 1954 terminó la carrera de ingeniero de caminos, canales y puertos. Su primer destino fue en Ponferrada, después en Oviedo para regresar de nuevo a Madrid.
Benet confesaba que no había esperado nada de la literatura, porque de antemano se lo había dado todo. Le divertía, le ocupaba el ocio, y le llenaba unos vacíos que de otra forma no hubiera podido llenar. Para él la literatura era la forma de entrar en un mundo en el que no podía entrar nadie y del que no tenía que dar cuentas. Lo contrario de su trabajo de ingeniero. Y decidió escribir creando un universo melancólico y sombrío. En cierta ocasión alguien dijo que escribir con claridad puede traer muchos lectores, pero expresarse con hermetismo genera exegetas y discípulos. Y Benet tuvo muchos.
Benet entró en la literatura pagándose la edición de su primera novela, Nunca llegarás a nada, que pasó inadvertida. En 1968 firmó el contrato para la edición de Volverás a Región, novela en la que inventó un territorio mítico situado entre los valles del Torce y del Lerma al que llamó Región, donde se desarrollan buena parte de sus narraciones. Antes de publicarla, una secretaria de un editor se la devolvió diciendo que faltaban diálogos. De los cuatro que tenía, quité tres y me dije: esta es su forma definitiva.
El reconocimiento le llegaría al año siguiente con su novela más experimental, Una Meditación, obra con la que ganó el premio Biblioteca Breve patrocinada por Carlos Barral. La escribió con un artefacto diseñado por el propio Benet utilizando rollo de papel continuo, que le impedía volver sobre lo que había escrito. Más tarde llegarían más títulos, entre otros, En el Estado, El aire de un crimen -finalista en el Premio Planeta-, Un viaje de invierno, La otra casa de Mazón y Saúl ante Samuel, su libro más extenso y quizás el más importante.
Benet era un tipo especial, mezcla perfecta de ingenuidad, acidez y erudición. Su pelo liso y canoso, en contraste con unas cejas negras y pobladas, y sus casi dos metros de altura le daban cierto aire de niño malo que se las sabe todas. Su ironía era demoledora y practicaba un aristocrático desdén por todo cuanto hacía, ya fueran obras de ingeniería, novelas o lo que se le pusiera por delante, porque también le dio por pintar, tocar el violín o ejercer de banderillero del matador Rafael Ortega en Calanda.
Juan dedicaba dos horas a la literatura y ocho a la ingeniería, pero su extraordinaria capacidad para escribir ensombreció su principal oficio. Hizo obras de mucha importancia, con vocación no de ingeniero planificador sino de los de a pie de obra, en contacto con la tierra. Defendía una política de trasvases y un equilibrio hidráulico en la Península, en una actitud ilustrada a la que dedicó un entusiasmo profesional del que apenas se hacía eco, porque de lo que se hablaba era de lo otro.
Algunas de sus frases célebres
- 1
"Soy el escritor más pesado que conozco."
- 2
"En la vida, como en ajedrez, las piezas mayores pueden volverse sobre sus pasos, pero los peones sólo tienen un sentido de avance."
- 3
"La calidad literaria es inversamente proporcional al número de lectores."
- 4
"La filosofía es la ciencia que complica las cosas que todo el mundo sabe."
- 5
"Me pregunto cómo es posible que persistamos en mantener tal abuso: en habilitar al tiempo como depositario de nuestra esperanza cuando es él quien se encarga de defraudarla."
- 6
"La propaganda desvirtúa el producto que, vendido a voces, pierde el silencio de su calidad."
- 7
"El error obliga a rehacer el camino y eso enseña muchas cosas. La duda, no. Entre el error y la duda, opto siempre por el primero."
- 8
"La razón, un recurso científico, sirve de antítesis a la inspiración poética."
- 9
"La soledad es la causa de muchos excesos de la teoría del conocimiento."
- 10
"El tiempo sólo asoma en la desdicha y así la memoria sólo es el registro del dolor."
- 11
"Vivir satisfecho de uno mismo ha de ser muy aburrido, por eso no hay mejor cosa que meterse en aventuras."