Efemérides

José Luis Coll, el humor absurdo de la Transición

José Luís Coll, el que fuera la mitad del dúo de humor más popular, inteligente, agudo y surrealista, nació en Cuenca el 23 de mayo de 1931.

La infancia de José Luis Coll parece sacada de una de esas novelas de niños abandonados a su suerte. Nació en Cuenca en 1931, huérfano de padre, se quedó al cuidado de sus abuelos cuando su madre, escritora de ideas republicanas, se marchó a Argentina, donde se casaría de nuevo y tendría dos hijos.

Comenzó a ganarse la vida como escribiente en el servicio de Abastos de su ciudad. Escribía cuentos y artículos en Ofensiva, un diario local de corte falangista, donde lo leyó el periodista César González-Ruano, que le animó a que probara suerte como escritor en Madrid. A la capital llegó con unas pocas pesetas en el bolsillo y cincuenta billetes de Metro y autobús que le había regalado.

Gracias a César González-Ruano, conoció a Antonio Mingote, que había fundado la revista satírica Don José, donde Coll comenzó a ganarse el pan con sus artículos. También probó suerte como figurante en funciones de teatro, sesiones de cine o más tarde en programas de televisión. A finales de los años 50 comenzó a perseguir literalmente al valenciano Luis Sánchez Polack, Tip, asiduo cliente de Casa Perico en la calle de la Ballesta. Después de infinidad de encuentros en aquella y otras tascas, en 1969 sus nombres quedarían indefectiblemente unidos para siempre.

Coll, siempre tocado con un bombín, y Tip, con chistera y gruesas gafas negras de pasta, formaron la más popular, inteligente, aguda y surrealista pareja de humoristas durante más de dos decenios, los últimos años del franquismo y los primeros de la Transición. Casi nunca se enfadaron. Casi, a excepción de cuando Tip cambiaba el texto de los sketch porque le daba la gana. Y por su impuntualidad, que traía al conquense a maltraer. No se parecían en nada, pero con su cara de Buster Keaton hacía de contrapunto perfecto a los constantes aspavientos de su compañero.

Coll, además de humorista, fue actor, escritor y presentador de televisión y radio, además de un gran aficionado al billar. Entre sus numerosos libros, El diccionario de Coll, del que se sentía especialmente orgulloso, ha tenido 27 ediciones.

Algunas de sus frases célebres

  • Imagen: Lo malo de discutir con los imbéciles es que tienes que ponerte a su altura para que te entiendan; y ahí es donde estás perdido, porque ellos saben hacer el imbécil mucho mejor que tú.<br />
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    "Lo malo de discutir con los imbéciles es que tienes que ponerte a su altura para que te entiendan; y ahí es donde estás perdido, porque ellos saben hacer el imbécil mucho mejor que tú.
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  • Imagen: Un país habrá llegado al máximo de su civismo cuando en él se puedan celebrar los partidos de fútbol sin árbitros.<br />
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    "Un país habrá llegado al máximo de su civismo cuando en él se puedan celebrar los partidos de fútbol sin árbitros.
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  • Imagen: Conceder el perdón es el más alto grado de vanidad o de miedo.<br />
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    "Conceder el perdón es el más alto grado de vanidad o de miedo.
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  • Imagen: Cada quien es como es, y ya bastante desgracia tiene.<br />
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    "Cada quien es como es, y ya bastante desgracia tiene.
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  • Imagen: Mi padre era un hombre muy humilde. Jamás quiso reconocer que era mi padre.<br />
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    "Mi padre era un hombre muy humilde. Jamás quiso reconocer que era mi padre.
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  • Imagen: Soy uno de los pocos mortales que disfruta del matrimonio hasta tal extremo que, de repetir, jamás lo haría por si acaso.<br />
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    "Soy uno de los pocos mortales que disfruta del matrimonio hasta tal extremo que, de repetir, jamás lo haría por si acaso.
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  • Imagen: He escrito un árbol, he leído un libro, y he plantado un hijo.<br />
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    "He escrito un árbol, he leído un libro, y he plantado un hijo.
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  • Imagen: Cuando me encuentre cara a cara con Dios....¡Me va a oír!.<br />
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    "Cuando me encuentre cara a cara con Dios....¡Me va a oír!.
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  • Imagen: Lo bueno que tiene morirse es que no hay que madrugar.<br />
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    "Lo bueno que tiene morirse es que no hay que madrugar.
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