Herman Melville empezó desde muy joven a embarcarse en singladuras a través del mundo, llegando a pasar varios meses navegando en barcos balleneros o malviviendo en una isla del pacífico entre tribus crueles y sanguinarias. A su regreso a los Estados Unidos, la experiencia adquirida en estos viajes le permitió convertirse en un escritor muy fecundo de novelas en las que narraba algunos de los acontecimientos vividos. De esta forma, en los cuatro años que van de 1846 a 1849 escribió Typee, un edén caníbal, Omoo, Mardi y Redburn, algunas de bastante más éxito que su obra más conocida, publicada en 1851.
Las crónica cuentan que hacia 1810 fue avistado por primera vez un gigantesco cachalote gris que formó parte de la tradición ballenera bajo el nombre de Mocha Dick. Durante medio siglo se oyeron relatos sobre los fallidos intentos de capturarlo. Era la época de apogeo de los puertos balleneros, antes de que la fiebre del oro de California y la Guerra Civil acabaran con un negocio que mantenía empleada a unas 70.000 personas en puertos especializados como Nantucket y New Bedford. La fragilidad del sistema de pesca de la ballena, es decir, el bote ballenero y el arpón que los vascos inventaron y exportaron al mundo, hacía que cada una de las 10.000 ballenas cazadas al año fuera ese monstruo, la gran ballena asesina. Por eso, la novela Moby Dick lo tenía todo para triunfar: un barco de pesca ballenera, el Pequod; una tripulación bravía y multirracial, con el caníbal Queequeg, el piel roja Tashtego y el negro Daggoo como arponeros. Un grumete, Ismael, testigo de la aventura, una ballena que jamás se dejaba atrapar, y un capitán Ahab que encarna a un hombre que se va olvidando de la realidad para adentrarse en tinieblas metafísicas detrás de una causa sagrada: acabar con el mal en la tierra encarnado en la ballena.
A pesar de haberla escrito en la década en que surge la literatura nacional en Estados Unidos parecería que la gran ballena blanca le era maldita al capitán y al autor. A partir de la publicación de Moby Dick, la popularidad y el volumen de ventas de sus novelas descendió hasta llegar a pasar prácticamente desapercibido del mundo literario de su época. Al año siguiente de la publicación de Moby Dick le llegó su gran fracaso, Pierre o las ambigüedades, donde el tratamiento del mal de Moby Dick se hacía aún más evidentes. En 1856 edita Cuentos de Piazza, entre los que destaca Bartleby, el escribiente. Pero su fama ya había decaído entre los lectores de la época, popularidad que no recobraría hasta la segunda década del siglo XX.
No fue sino hasta 1859 que Mocha Dick fue atrapado luego de sufrir diecinueve arponazos por un ballenero sueco.
Algunas de sus frases célebres
- 1
"Existen empresas en las cuales el verdadero método lo constituyen un cierto y cuidadoso desorden."
- 2
"Existe algunos momentos y ocasiones extrañas en este complejo y difícil asunto que llamamos vida, en que el hombre toma el universo entero por una broma pesada."
- 3
"No hay locura de los animales de este mundo que no quede infinitamente superada por la locura de los hombres."
- 4
"Permítanos hablar, aunque mostremos todos nuestros defectos y debilidades: porque ser consciente de ello y no esconderlo es una señal de fortaleza."
- 5
"No hay nadie que no experimente, en alguna ocasión u otra, y en más o menos grado, sentimientos análogos a los míos respecto del océano."
- 6
"No está marcada en ningún mapa: los sitios de verdad no lo están nunca."
- 7
"Poco imaginan los bien abrigados jugadores de cartas en la cabina, las responsabilidades del hombre insomne en el puente de mando."