Pintor y cartelista por encima de todas las cosas, Toulouse-Lautrec era el primogénito de una familia noble que con tan solo 4 años ya vivía al cuidado de su madre y lejos del padre del que ésta se había divorciado; por aquel entonces todavía no se habían manifestado los síntomas de los problemas de salud que sufriría toda su infancia, cuyo origen estaba en la consanguineidad de sus padres, eran primos carnales y se casaron no por una cuestión de amor irrefrenable sino de intereses económicos.
El caso es que Toulouse Lautrec creció, poco, junto a su madre y decimos poco porque, tras romperse las dos piernas y constatar los médicos que tenía un serio problema óseo, no pasó del metro y 52 centímetros, una altura que limitó su vida en muchos aspectos pero de la que no renegó en exceso, llegó a decir que si hubiese tenido las piernas más largas jamás hubiera llegado a la pintura, de haber sido ésto cierto, gran genio se hubiera perdido el mundo.
En 1881, y con la firme convicción de convertirse en pintor, se marchó a París y buscó un maestro; se instaló en el barrio de Montmartre y llegó a conocer a Degas y a Van Gogh, contaba 20 años cuando comenzó a frecuentar el ambiente nocturno de París y sus locales de ocio, unos lugares que ejercieron gran fascinación sobre el pintor y supusieron objeto e inspiración de gran parte de su obra.
Lo cierto es que Toulouse-Lautrec encontró su lugar en el mundo en la vida acallada de París, esto era así en parte porque se sentía rechazado por la nobleza a la que pertenecía debido a sus problemas físicos y mientras que en la noche y los cabarets de París no sólo era acogido y respetado sino que se encontraba con quienes a la luz del día lo miraban con desprecio, allí, en los lugares que negarían haber visitado al día siguiente, no era él menos que nadie por más que no superase el 1,52 metros de altura.
Le aburrían los paisajes, para él la belleza no era armonía, era humanidad, adoraba pintar personajes con todas sus sombras y expresiones y disfrutaba mucho haciendo los carteles de los cabarets que lo harían célebre porque, si bien como pintor no tuvo un gran éxito durante su vida, como retratista y cartelista sí.
Viajó a París, conoció a Oscar Wilde e incluso lo retrató, regresó a París... y mala salud, mezclada con su adicción al alcohol y la sífilis, dieron como resultado un cóctel que no podía tener buen final; hasta en dos ocasiones lo recogieron de la calle fuera de sí, borracho y delirando, antes de ingresarlo en un sanatorio del que le permitieron salir para irse a casa de su madre. Allí moriría en 1901 dejándonos un legado pictórico único parte del cual en 1922 su madre y su tratante de arte se encargaron de recoger y exponer en un museo, el Museo Toulouse-Lautrec.
Algunas de sus frases célebres
- 1
"Uno es horrible pero la vida es hermosa."
En el jardin de Malromé. Fotografía de Thadée Natanson, 1900.
- 2
"¡El pintor de la vuelta tiene setenta años y me cobra la mitad!. ¡Bueno, pero yo soy Toulouse Lautrec, qué mierda!."
Lautrec pintando la 'Danza en el Moulin Rouge. Ensayo de Valentin con las nuevas'. Fotografía de Maurice Guibert, 1890.
- 3
"¡Pensar que nunca habría pintado si mis piernas hubieran sido un poco más largas!"
En casa de los Natanson en Villeneuve-sur-Yonne. Fotografía de Alfred Natanson, 1898.
- 4
"Yo pinto las cosas como son. No comento"
La bebedora. Toulouse-Lautrec, 1887.
- 5
"¿Cuánto me cobra por ese retrato? Doscientos francos. ¿Qué? ¡si le llevó quince minutos hacerlo! Pero dibujar así me llevó cuarenta años."
Amazona en el Circo Fernando. Toulouse-Lautrec, 1888.
- 6
"El cuerpo de una mujer hermosa no está hecho para el amor; es demasiado exquisito.
"Danza en el Moulin Rouge. Ensayo de Valentin con las nuevas. Toulouse-Lautrec,1889-90.
- 7
"Siempre he sido un lápiz"
Programa de la ópera Salomé. Toulouse-Lautrec,1890.
- 8
"El amor es cuando el deseo de ser deseado te lleva tan gravemente que sientes que podrías morir del mismo."
Autorretrato en el Moulin Rouge. Toulouse-Lautrec,1892-93.
- 9
"Mi querida Mamá, definitivamente eres la gallina que empolló a un famoso pato.
"En la cama. Toulouse-Lautrec, 1893.