Jean Henry Dunant nace el 8 de mayo de 1828 en Ginebra, Suiza, en el seno de una familia calvinista muy piadosa e implicada en la ayuda a los más desfavorecidos. En su juventud realizó con sus padres varias visitas a prisiones y casas de acogida, lo que le marcaría profundamente. En 1850 entró como aprendiz en un banco de Ginebra.
En 1853, Dunant llegó a Argelia para dirigir un territorio francés en el norte de África, la Colonia de Setif, actividad que realizó con mucho éxito. Unos años más tarde, comenzó a proyectar la construcción de un molino harinero, pero no conseguía obtener la concesión administrativa indispensable para hacerlo funcionar. Tras un viaje a Túnez, regresó a Ginebra. Entonces decidió acudir al propio emperador Napoleón III para obtener el documento que necesitaba.
En aquellos momentos, Napoleón III estaba dirigiendo a las tropas franco-piamontesas contra las austriacas en uno de los episodios más sangrientos de la guerra de unificación de Italia. Dunant encontró al emperador el 24 de junio de 1859, día en que se produce la famosa batalla de Solferino.
Impresionado por lo que estaba viendo en el campo de batalla, el propio Dunant tomó la iniciativa de organizar a la población civil para proporcionar asistencia a los soldados heridos y enfermos. Pone de su propio dinero para comprar alimentos, tiendas para levantar hospitales de campaña y útiles sanitarios. Todo bajo la premisa Todos somos hermanos, que se atendiese a los heridos sin tener en cuenta de qué bando eran los heridos. Al regresar a Ginebra, Dunant decidió escribir un libro sobre sus experiencias que tituló Un recuerdo de Solferino, un libro que habría de cambiar el mundo.
En el libro, Dunant no solo hace una descripción de la batalla y de los trabajos para auxiliar a los heridos de ambos bandos, sino que postula una de esas ideas que son capaces de cambiar el mundo: ¿No se podrían fundar en tiempo de paz sociedades voluntarias de socorro compuestas de abnegados voluntarios altamente cualificados cuya finalidad sea prestar o hacer que se preste, en tiempo de guerra, asistencia a los heridos?. En vista del éxito obtenido, Dunant inició una serie de viajes por todo el continente promoviendo sus ideas, siendo recibido por reyes y jefes de Estado. Pero sus negocios van mal y, en 1867, se declara en bancarrota.
Después de unos años en los que su nombre cayó en el olvido, Dunant comenzó a recibir premios y apoyos gracias a la publicación casual de un artículo periodístico. Dunant volvía a la vida pública. En 1901, un médico militar noruego postulaba su nombre para el Nobel de la Paz. No había hombre que mereciera más ese honor, pues fue Dunant quien puso en marcha la organización internacional para el socorro de los heridos en el campo de batalla, el mayor logro humanitario del siglo XIX.
Algunas de sus frases célebres
- 1
"Considero que un herido es un ser que sufre, no un enemigo contra el que hay que luchar."
- 2
"La gente común no tiene historia: perseguidos por el momento presente, no pueden pensar en preservar la memoria del pasado."
- 3
"En medio de aquel sol abrasador, di de beber a unos, refresqué con agua las heridas de otros y consolé a los agonizantes."
- 4
"En este siglo XIX, acusado de egoísmo y de frialdad, ¡Qué señuelo para los corazones nobles y compasivos, retar los mismos peligros que el guerrero, pero con una misión de paz, de consolación y de abnegación, totalmente voluntaria!."
- 5
"Siempre es insuficiente el personal de las ambulancias militares y seguiría siéndolo aunque se duplique o se triplique: hay que recurrir, inevitablemente, al público."
- 6
"Un llamamiento que ha de hacerse a los seres humanos de todos los países y de todas las categorías, tanto a los poderosos como a los más modestos, ya que todos pueden, cada uno en su entorno y según sus capacidades, colaborar para llevar a cabo esta buena obra."
- 7
"No hay hombre alguno que merezca más este honor, pues fue usted, hace cuarenta años, quien puso en marcha la organización internacional para el socorro de los heridos en el campo de batalla."
Cuando le concedieron el premio Nobel de la Paz.
- 8
"Sin usted, la Cruz Roja, el supremo logro humanitario del siglo XIX probablemente nunca se hubiera obtenido. "
Cuando le concedieron el premio Nobel de la Paz.