Helena Rubinstein fue una dama de la belleza, polaca de nacimiento y nacionalizada estadounidense después de una vida que tuvo mucho de periplo por el mundo, el imperio de fundó y que lleva todavía hoy su nombre, sigue en pie. Ella, Helena, nació en Cracovia el 25 de diciembre de 1870.
Dice de ella Michele Fitoussi, autora de su biografía, que la Rubinstein inventó la belleza y es que tenía poco más de 20 años cuando, tras haber nacido en una familia humilde y haber intentado estudiar medicina en un mundo que no veía con buenos ojos su independencia y resolución por el mero hecho de ser mujer, su padre la envió a Australia, a casa de unos parientes. Helena obedeció a su padre, pero viajó en compañía de unos tarritos de crema que le había dado su madre y la receta familiar que detallaba su composición, en ese viaje comenzó a gestarse el imperio Rubinstein.
Su piel blanca y cuidada llamaba la atención en los ámbitos australianos en los que Helena se movía y ella aprovechó aquello para comercializar su propia crema, aquella que era una receta familiar. No tardó en abrir su primer salón de belleza en Melbourne, tampoco en dejarlo en manos de su hermana y viajar de nuevo a Europa, a París, donde abrió el segundo. Por aquel entonces Helena ya trabajaba en nuevas cremas basadas en nuevos principios porque si algo había aprendido ya esta dama de la belleza es que no todas las pieles son iguales... esa fue la clave de su éxito.
Con el estallido de la I Guerra Mundial decidió marcharse a Estados Unidos donde en 1931 era ya una de las mujeres más ricas de América. Allí protagonizó también una de las luchas empresariales más encarnizadas, la que la enfrentó a Elisabeth Arden, la tensión entre ambas era terrible e incluso intentaron robarse al una a la otra la composición de sus productos y a sus empleados más valiosos.
Se casó en dos ocasiones y tuvo dos hijos pero murió sola en un hospital de Nueva York a causa de una embolia cerebral, el motivo de esa soledad lo dejó ella confesado tiempo antes... Reconoció que su vida profesional le había robado más tiempo del debido a su vida personal, confesó haber dado a sus hijos todo lo que el dinero puede dar pero no lo suficiente de sí misma y finalmente ella, la dama de la belleza que se codeara con lo más granado de la sociedad estadounidense y europea, murió sola.
Sea como fuere, Helena Rubinstein logró montar un imperio de belleza que se mantiene en pie todavía a día de hoy partiendo de la nada, desde un modesto barrio de Cracovia y por eso, por su soberbio desempeño profesional, hoy le dedicamos nuestra efemérides y recordamos algunas de las cosas que dejó dichas.
Algunas de sus frases célebres
- 1
"El trabajo duro mantiene las arrugas fuera de la mente y el espíritu."
Hard work keeps the wrinkles out of the mind and spirit.
- 2
"Los hombres son tan vanidosos como las mujeres, algunas veces incluso más."
Men are just as vain as women, and sometimes even more so.
- 3
"No hay mujeres feas, sólo mujeres vagas."
There are no ugly women, only lazy ones.
- 4
"Todas las mujeres americanas tenían la nariz morada y los labios grises y sus caras tiznadas con terribles polvos blancos. Me dí cuenta de que los Estados Unidos podrían ser el trabajo de mi vida."
All the American women had purple noses and gray lips and their faces were chalk white from terrible powder. I recognized that the United States could be my life's work.
- 5
"Ajusta tu maquillaje a la luz bajo la que vas a llevarlo."
Adjust your makeup to the light in which your wear it.
- 6
"La luz del día revela el color, la artificial lo descarga."
Daylight reveals color; artificial light drains it.