Desde la antigüedad tardía, Europa estuvo condicionada por la disolución de la unidad del Imperio Romano y el continuo fracaso de su restauración encarnados por el papado y el Sacro Imperio Romano Germánico en la Edad Media. La creación de un conjunto de estados soberanos e independientes en el albor de la Edad Moderna reflejaba la pluralidad cultural, religiosa y política existente en Europa. Pero el principio de soberanía, que comprendía el derecho del monarca a recurrir a la guerra para defender lo que consideraba sus intereses legítimos, hicieron que esos Estados entraran en frecuentes conflictos mientras se consolidaban. Ninguno de los sistemas ideados para normalizar las relaciones entre países, como la Paz de Westfalia de 1648 o el Congreso de Viena de 1815, tuvieron éxito. La Primera Guerra Mundial no fue más que el penúltimo fracaso en la traumática convivencia entre las grandes potencias. No es de extrañar que inmediatamente después de la contienda se difundiera un nuevo mensaje.
Aristide Briand era hijo de obreros y como tal durante su juventud siguió la tradición del socialismo revolucionario francés, humanismo e idealismo, el socialismo de los soñadores. Después de estudiar Derecho en la Sorbona, durante años, con su palabra clara, vibrante, precisa y persuasiva de gran orador, llevó una actividad formidable a los congresos socialistas, hasta que hizo su debut en la política nacional en 1898, en los momentos más agudos del caso Dreyfuss. Entró por primera vez en la cámara en 1904 de la mano de Jaurés. Pero dos años después fue expulsado del Partido Socialista tras ocupar el cargo de ministro de Instrucción Pública y de Cultos. Sería el primero de sus veintiséis cargos en el gobierno, incluidos once mandatos como primer ministro.
Aristide Briand fue ministro de Asuntos Exteriores desde 1926 hasta 1932, periodo el que junto con Frank B. Kellogg, su colega estadounidense, ideó y elaboró un tratado multilateral destinado a renunciar a la guerra como medio de solucionar conflictos. En 1929, propuso en la sede la Sociedad de Naciones en Ginebra, la elaboración de un pacto federal entre los estados europeos, un acuerdo que no fructificó debido a la crisis económica del 29 y la incomprensión en los gobiernos. Poco después, el totalitarismo situó de nuevo Europa al borde de la guerra, la segunda que sufriría en el trascurso de una generación. A pesar del fracaso, Briand incorporó una nueva idea, la de que Europa tenía que ser el resultado de la integración pacífica en una unidad política supranacional en la que sus estados renunciarían a espacios de su soberanía. En reconocimiento a su labor, compartió el Premio Nobel de la Paz de 1926 con su homólogo alemán Gustav Stresemann. Después de la Segunda Guerra Mundial renacieron los planes de los Estados europeos para conseguir un marco de relaciones más estable y pacífico.
Es por eso, y no por los mercados, por los que ahora necesitamos más -y no menos- Europa.
Algunas de sus frases célebres
- 1
"Entre los pueblos que están geográficamente agrupados debe existir un vínculo federal."
- 2
"Estos pueblos deben tener la posibilidad de entrar en contacto, de discutir sus intereses, de adoptar resoluciones comunes, de establecer entre ellos un lazo de solidaridad, que les permita hacer frente a circunstancias graves."
- 3
"Para una conferencia se necesitan tres cosas: varios cancilleres, una mesa y Salomón."
- 4
"Evidentemente, la asociación tendrá efecto sobre todo en el dominio económico. Pero estoy seguro que es posible un punto de vista político, un punto de vista social, la atadura federal, sin que afecte a la soberanía de las naciones."
- 5
"Esta guerra es demasiado importante para dejarla en mano de los militares."
- 6
"Un país crece en la historia no sólo por el heroísmo de sus tropas en el campo de batalla, sino también cuando se vuelve a la justicia y al derecho a la conservación de sus intereses."
- 7
"Atrás los rifles, las ametralladoras y los cañones. Dejad sitio a la conciliación, el arbitraje y la paz."
- 8
"Las potencias deben condenar el recurso a la guerra y renunciar a ella como instrumento de su política nacional hacia los demás."
- 9
"La organización europea no podría oponerse a ningún grupo étnico, en otros continentes o en Europa."