Erich Oswald Stroheim nació en una familia burguesa de judíos practicantes. Su padre se dedicó a actividades comerciales primero y a la fabricación de sombreros después. Como muchos otros vieneses de buena familia, Stroheim estaba destinado a la carrera militar y muy joven salió de la Academia de Neustadt como teniente de caballería. O eso decía él. Se dice que un error suyo precipitó la ruina de su familia. Emigró a los Estados Unidos en 1909.
Antes de darse a conocer como cineasta trabajó en toda clase de oficios, desde estibador hasta profesor de equitación. Después entró como figurante en una compañía teatral. Y le bastaron pocos años para demostrar su extraña personalidad, dando vida a una serie de tipos sensuales, de modales fríos y refinados bajo los que siempre se ocultaban la hipocresía y el sadismo.
La fuerza con la que expresaba la crueldad y el cinismo llevaba al cine a una audacia nueva, convirtiendo en arte lo que venía siendo mayoritariamente una industria y, lógicamente, salió del anonimato. Pronto Hollywood fabricó una consigna para él: el hombre que usted desearía odiar. También trabajó como ayudante de dirección de David W. Griffith en Nacimiento de una nación, Intolerancia y Hearts of the world. Pronto se sintió insatisfecho y quiso asumir la responsabilidad completa de la dirección.
La primera película de Erich von Stroheim como realizador data de 1918, La ley de las montañas. A partir de entonces realizó El pasaporte del diablo, Esposas frívolas, Maridos ciegos, Avaricia, La viuda alegre, La marcha nupcial, Queen Kelly, y una película que jamás llegó a estrenarse y que supuso su condena a no dirigir más cine, Walking down Broadway. Todas, excepto la amable y fugaz La viuda alegre, son obras duras, amargas e impecablemente transgresoras de la moral dominante en la Meca del cine. Unos diez años después de comenzar a dirigir películas acabó la carrera de este realizador imperioso, altivo, inquieto y rebelde, uno de los creadores más audaces y originales que ha dado el cine.
Tan audaz y tan original, que no pudo imponer su talento en Hollywood, donde ya es sabida la suerte que corren los genios con características como las suyas, léase Charles Chaplin y Orson Welles. En 1937 regresó a Europa, donde volvió a prestar como actor su gesto cruel y su voz cavernosa. Por mil dólares al día, hizo de todo en todo tipo de películas, excepto dos excepciones, el papel de oficial alemán en La gran ilusión, de Jean Renoir y el de su propia vida fracasada en El ocaso de una vida de BilIy Wilder.
Algunas de sus frases célebres
- 1
"En Hollywood eres tan bueno como tu última película."
- 2
"¡No vuelvo al cine, es el cine el que vuelve a mí!"
- 3
"No podía trabajar con una chica que no tuviera espiritualidad."
- 4
"Nunca acepté compromisos ... o en cualquier caso cedí al conformismo de la moda ... No me dejé atraer por la adulación del dinero ... Siempre dije lo que pensaba... Le gustara o no le gustaba la gente ...Fue en todo caso la verdad como yo la vi ... Y esta conciencia lúcida es mi recompensa ..."
- 5
"En el rodaje de La gran ilusión fue la primera vez que un director aceptó con entusiasmo todas las sugerencias que humildemente le hice."
- 6
"Nunca he conocido a un director más comprensivo, más inteligente y más dotado que Jean Renoir."
- 7
"Cuando comencé a dirigir películas trabajé día y noche, sin comer, a veces sin dormir, para describir los cambios en la expresión y el carácter."
- 8
"Dicen que soy odioso y entreno a mis actores como si fueran perros, como si fuera el típico alemán de antes de la guerra. Pero sé lo que hago: es mi método. Debo quitar la corteza de una técnica falsa y traer a la luz el verdadero sentimiento."
- 9
"Los miro con dureza. Nunca he lidiado con tanta impaciencia… aplastándolos con sarcasmo, malas palabras, desprecio, y todos se quieren ir. Es entonces cuando llego al fondo de su alma y la llevo hacia su expresión natural."
- 10
"Desde la primera proyección de Esposas frívolas caminé entre multitudes de personas cuyos rostros blancos americanos se volvían hacia mí con actitud severa."
- 11
"A causa de mi sinceridad he sido condenado, abucheado, vilipendiado. Se han extendido sucios rumores sobre mí. No por mis caracterizaciones sino por mi, por mi yo privado."