Tener un dulcecito cerca siempre es garantía de una buena sonrisa. Y si es una trufa de coco con chocolate blanco, mejor que mejor.
Para todos los amantes del dulce, estas pequeñas y exquisitas bolitas son perfectas. Son cremosas, suaves, de sabor intenso y una vez las pruebes no podrás pasar un solo día sin ellas. Son el acompañamiento ideal a un buen café, y cumplen todas las expectativas cuando el cuerpo te pide un capricho.
Consérvalas en el frigorífico para mantener su textura firme. De esta manera cuando te las lleves a la boca se irán deshaciendo lentamente regalándote sus sabores de manera uniforme y plena.
Son muy fáciles de preparar y ahora que llegan fechas de celebraciones donde te reúnes con familiares y amigos, el tener listo un dulce tan delicioso te va a convertir en una anfitriona de lujo.
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