Bolsos

Seis regalos para mejorar la puntería en San Valentín

Por pedir, me pido un San Valentín épico, de esos de novela. Pero que incluya sabores nuevos, momentos únicos de viajes y estas joyas de diseño.

El amor de novelas se escribe en páginas. Los mortales tenemos que crearlo con momentos únicos, sorpresas envueltas en papeles emocionales y San Valentines. Con ideas y razones y, a veces, besos y otras tantas pasiones reinventadas. Porque ese mágico instante, el del primer beso, ya no regresa, pero antes de que uno se frustre, tiene que hacerse el Ave Feliz y encontrar más motivos para seguir enamorado.

Para este San Valentín, yo me pido un beso de los de Cortázar, de esos que un párrafo no basta para describir ese instante cargado de emociones.

Me pido la locura de Dalí por él mismo y por Gala. Y la pasión de Frida. Me pido los silencios de Virginia Wolf y las letras terrenales de Benedetti.
Yo quiero enamorarme así, como Luisa se babeaba por Clark Kent. Recibir las cartas pasionales de Napoleón. Y, también, me pido ser la Bonnie de un Clyde.

También le pido a ese angelito regordete con ganas de tirar la flecha, a ver si me encuentra unos ojos sinceros y una copa en el instante justo antes de sentir que el mundo se derrumba. Antes de ese frenesí en el que ya te levantas y puedes con todo.

Me pido un San Valentín de canciones y sentir “La vie en rose” por la Piaf.

Y si todo eso falla, también me pido una cena especial en el Fisherman´s Club probando los Pleated Malts, combinando ostras y whiskys ahumados. Ya que de pedir se trata, quiero ir con mi clutch diseñado por Odo Fioravanti que presenta en esta última edición de la Maison et Objet y lo quiero en dorado, aunque el cobrizo tampoco lo descartaría.
Me pido una cena frente a la chimenea probando alguna exquisitez de Poncelet CheeseBar. ¿Chocolates? Claro que sí, pero los de Amorino, ¿vale?

¿Ya te he comentado, querido querubín de arco y flecha en mano, que viajar me encanta? Si los pasajes llegan a tiempo, te espero en la puerta de embarque con mi bolso Belber.

¿Que New York no lo tienes contemplado? Pues yo me apodero del espíritu de la mágica NYC y me auto regalo (el amor propio también vale como amor, ¿no?) el anillo Big Apple de Catalina D'Anglade.