Martina es delicada. Tanto que da penita comer sus dulces. Porque son bonitos, estéticamente impecables, casi oníricos, pero están tan ricos… que resulta inevitable. Ahora, que es tiempo de bodas, bautizos y comuniones, es decir, de eventos especiales, confiar en esta pastelería bilbaína, la más antigua de la ciudad fundada en 1830, es garantía de éxito.
Sus pastelerías huelen bien y sus mostradores son una auténtica tentación. Pero además de sus tradicionales bollos de mantequilla y otras especialidades, el equipo de Martina se esfuerza en crear una línea para eventos que es pura delicadeza. Se trata de dulces a medida del cliente. Todas y cada una, elaboradas, cada mañana, una a una en su obrador.
Es decir, para esa boda romántica y con un punto chic, para ese bautizo tan esperado y también para esa comunión en la que los niños son los auténticos protagonistas. En resumidas cuentas, para esas citas emotivas y que se preparan con mucho cariño, para esos encuentros dignos de ser siempre recordados. Con dulces así, imposible no hacerlo.
En este obrador bilbaíno, elaboran de forma artesanal tartas nupciales así como detalles para regalar. También todo tipo de productos para poner en mesas dulces, ésas que resultan una debilidad. Sin olvidar, propuestas a medida de cumpleaños y reuniones de carácter social.
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