Hay verdades-verdaderas que no nos enseñan en el colegio. Entonces un día cualquiera y sin previo aviso, una se entera de que Sinatra no sería La Voz sin el hampa y de que París mola. Así, sin demasiados preámbulos. Y toca rehacer la historia.
Molar es un verbo que va más allá de gustar, agradar, interesar, apetecer. Recordemos que de las calles del viejo París -el de la Revolución con mayúsculas y los bohemios de entreguerras- salieron los Molière, Sartre, Matisse, Coco Chanel y Gaston Lenôtre de la vida. Y de sus pastelerías nacieron los exquisitos éclairs. Objetos de deseo para todo buen paladar que se precie, estos pasteles de aire de aristocrático son sinónimo de repostería francesa. Ricardo Martínez alma máter de Moulin Chocolat lo sabe y por eso decidió traer un poco de la capital gala a nuestro castizo Madrid.
De su obrador de la calle Alcalá salen todos los días deliciosos éclairs de chocolate-café-vainilla-avellana-pistacho&amarena-y-cheesecake. Pedacitos de algún barrio de París, donde ahora mismo alguien escucha Quelqu'um m'a dit y disfruta de una dulce recompensa que le hace sonreír a miles de kilómetros de distancia. Bon appétit, my friend!
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