Kortrijk es una bellísima ciudad medieval situada al oeste de Flandes, bañada por el río Lys y muchos siglos de historia; sus muros encierran secretos centenarios como las recetas para elaborar mermeladas que los antiguos maestros confiteros guardaban como tesoros.
En 1956 André Vandererfven adquirió una pequeña tienda de ultramarinos situada en el corazón de Kortrij donde, desde el siglo XIX, se elaboraban riquísimas conservas. Allí, entre calderos de cobre rojo y aromas a fruta fresca, la esposa del farmacéutico reveló a Vandererfven una de esas tradicionales recetas, comenzando así la producción de mermeladas y confituras artesanas destinadas principalmente a los habitantes de la comarca. Hoy Belberry ha traspasado fronteras convirtiéndose en la marca favorita de los paladares más exquisitos. Sus mermeladas tradicionales y confituras sin azúcar añadido se siguen elaborando con el mimo de antaño, a fuego lento y con las mejores frutas; desde los grandes clásicos –fresa, frambuesa, naranja o albaricoque– hasta las combinaciones más audaces –higos, mango, piña o maracuyá– hacen las delicias de todos los gourmets y gourmandes, por exigentes que sean.
Y no sólo mermeladas… En Belberry también elaboran salsas, siropes y deliciosos vinagres de frutas como el mango de Camerún, la lima salvaje, la mora o la frambuesa ideales para aderezar helados, macedonias y, por supuesto, ensaladas.
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