La historia de este Palo Cortado podría comenzar en una carta de abril de 1588 en la que Don Alonso Pérez de Guzmán, comandante en jefe de la Grande y Felicísima Armada conocida como la Armada Invencible, informaba a sus capitanes de que aportaba vino en cantidad suficiente para el tamaño de tal empresa, e impartía instrucciones muy concretas para su utilización: la ración de vino ha de consistir en un tercio de Azumbre de Jerez, Lamego, Monzón o Pajica y vino del Condado.
El poderoso VII duque de Medina Sidonia continuaba diciendo …el vino que ha de usarse primero es el del Condado y el de Lisboa, y después sucesivamente Lamego y Monzón; el Jerez y el de Candía serán consumidos los últimos ya que estos vinos aguantan mejor un viaje por mar. Y terminaba con una severa observación, Las barricas de vino del Condado o de Lisboa que pudieran deteriorarse por haber sido guardados no les serán abonados y tendrán que pagarlas al precio del Jerez.
Con esa advertencia el duque hacía evidente lo que hacía tiempo se venía comprobando: que los vinos de Jerez estaban considerados como los que mejor se conservaban en los viajes por mar, y por eso tenían un precio más alto y eran los más apetecidos. Además, cuando llegaban a destino, a Veracruz, a Cartagena de Indias o a Filipinas -a través del famoso Galeón de Manila-, en ocasiones mejoraban su calidad. No se conocían las causas, pero si el efecto, de tal manera que estos vinos, conocidos como de Ida y Vuelta, fueron muy populares en el comercio de ultramar, llegando a engrosar el refranero popular que decía Mareado el buen vino de jerez, si valía cinco, vale diez.
Ahora se sabe que la notable mejora en sus cualidades organolépticas y singularidad, se debía a factores como la temperatura, la presión y, sobre todo, al vaivén continuo de las olas del mar.
El 20 de septiembre de 1519 partieron de Sanlúcar de Barrameda cinco barcos que contenían 253 botas y 417 odres de vino de Jerez. Se trataba de la armada de la Especiería encabezada por la nao capitana Trinidad, mucho mejor conocida como la expedición Magallanes-Elcano que circunnavegaría por primera vez el mundo. El vino era el capítulo más oneroso de la expedición -por encima del armamentístico-, según consta en el Libro de Bastimentos conservado en el Archivo de Indias de Sevilla.
También, en el Archivo Histórico de González Byass encontramos noticias de estos vinos, según se hace constar, por ejemplo, en el inventario de 1838, el que se anotan 20 botas de vinos en viaje de paseo a Manila en fragata Victoria; 8 botas para hacer viaje redondo a Manila en la Colón.
A punto de conmemorarse el V centenario de la primera circunnavegación del globo, la bodega jerezana quiere rendir homenaje a los héroes que la hicieron posible embarcando en el Buque Escuela de la Armada española dos botas de un excepcional Palo Cortado, especialmente seleccionado en bodega. Navegará en viaje redondo en el 90º crucero de instrucción del Juan Sebastián Elcano, que zarpará del puerto de Cádiz el 11 de febrero, en una travesía que concluirá en Cádiz allá por el mes de agosto, momento en el que el vino habrá alcanzado el súmmum.
XC Palo Cortado es un vino fino y elegante, de color ambarino y tonos cobrizos ligeramente anaranjado. En nariz es intenso, complejo, con notas yodadas y salinas, acetales y fina ebanistería. En boca es un auténtico cañón pleno de potencia, amplitud y persistencia, seco y muy equilibrado entre la acidez y el amargor, con un paso fino y directo. Una joya de colección que, en palabras de Antonio Flores, enólogo de González Byass, es un vino que ha alcanzado la plenitud y está a un paso de la gloria.
Galería de imágenes
-
1
-
2
-
3
-
4
-
5
-
6