Son muchos los factores que intervienen en el resultado final de un champagne y mucho a los que hay que atender para que además sea un buen champagne. Las variables infinitas, desde el terreno a los cambios climáticos, la uva exacta, el momento exacto… y el saber hacer lo esto todo, porque es conocimiento de todas estas cosas, la inequívoca experiencia, una preclara visión muy a largo plazo. De ese conocimiento, experiencia y perspectiva temporal, de la paciencia y el saber hacer, nace la segunda añada de Dom Pérignon Plenitud P2 2000 que como su propio nombre indica es una absoluta plenitud del indiscutible Dom Pérignon.
Intenso, vibrante y preciso, lo define la casa, en su apogeo tras 17 años de apuesta y elaboración, de contemplación y paso a paso en los que 9 años más se han invertido en definir, intensificar y profundizar en la elaboración de un vino de Champagne sorprendente y armónico que nace en el años 2000, un año especialmente complejo para la cosecha, con un tiempo incierto, cambiante y extremo, que finalmente abrió una ventana para la recolección del Pinot Noir a tiempo.
Y es que como sabrás el buen champagne no se hace como el vino, todos los años, si no en los momentos de plenitud, justo en el momento preciso, cuando se dan las condiciones precisas para conseguir un producto único y excepcional. Y de ese momento preciso y exacto nace un singular Dom Pérignon P2 2000, de una sola añada, de una sola vendimia y de esos 17 años de mimo, cuidado y observación de su evolución.
De la maduración y la paciencia con esa uva Pinot Noir toma el Dom Pérignon P2 2000 su intensidad y cremosidad, la suavidad, en un paladar redondo, mineral, tostado, yodado, que brilla en su cuerpo con notas confitadas, vegetales y florales, con el frescor de la fruta, con la que puede presumir de una intensidad sin límites.
Notas de cata y maridaje de Dom Pérignon:
En Nariz.
El buqué es maduro, tónico y generoso. Los aromas cálidos a grano y brioix se mezclan con los de la bergamota y frutos de hueso maduros. El conjunto respira en acentos grises ahumados.
En Boca.
Vibrante, el ataque se afirma directo, preludio de una complejidad más táctil que carnosa, que sólo se muestra de manera gradual. La viscosidad está contenida y no hace más que adaptarse a los límites del vino. La longitud es exquisitamente amarga y vegetal, donde se mezclan el regaliz y la malta tostada.
Maridaje.
Vieiras crudas, para que su redondez satinada encaje con la parte táctil del vino. El placer se despliega con un granizado de almendras y caviar que hace resonar la cremosidad de Dom Pérignon P2 2000, casi necesario para compensar la textura grasa y amplia de ambos ingredientes. Al final, el mundo vegetal de Dom Pérignon P2 2000 entra en consonancia con el frescor de platos donde predominen los cítricos.