Y la Mont Blanc, por fin descansó en la mesa. Estuvo todo el almuerzo entrando y saliendo de su bolsillo. Acariciaba, nerviosa, el tapón, lo recorría. Y mientras su interlocutora negociaba las condiciones de la empresa de maravillas, ella sólo pensaba en una cifra. Porque ella ya estaba segura de lo que valía su libertad y sus conocimientos. No le importaban ni más días de vacaciones, ni la plaza de garage más cerca de la puerta. Todo se convertía en nada a los 15 días de ponerle precio a su libertad.
Para los postres, aún no había escuchado lo que quería. No llegaba, ni siquiera se parecía. Todo era tentador, todo estaba bien y cualquiera se moriría por recibirlo. Pero ella no. Había decidido que esta vez sería o blanco o negro. Esta vez, elegiría su destino y no aceptaría sólo lo que le tocaba. Esta vez sólo le importaba decir que "no". Con orgullo y plenitud. Con la frente alta y el pecho ancho. Nada de pequeñas interferencias en la meta que se había marcado. No. Esta vez era o lo que ella quería o nada.
La cucharilla del café ya se sentía absurda cerca de la taza vacía y aún no había escuchado la cifra que buscaba. “Es hora de cambiar de tercio”, pensó, y con un gesto la invitó a acercarse a la barra del deck de restaurante. Se puso las gafas de sol. Ya no le importaba quien le estaba hablando. Y mientras el camarero se acercaba, interrumpió el monólogo que sonaba ya a comercial de teletienda y dijo “Gracias. Pero no."
¿Sin más? ¿“Gracias, pero no”? ¿No? La gafas volvieron a sujetarle la melena mientras el monólogo continuaba sordo. Se giró y le dijo al camarero… "Un Gin Tonic… pero hazme uno diferente." Y acercándose casi en secreto le dice “uno que me saque de aquí y me lleve a festejar el mejor “no" de mi vida”.
Mientras las réplicas continuaban, el camarero cogió la copa, hizo bailar unos hielos en ella mientras se enfriaba. 5 cl de ginebra premium… floral, escogió, ésta sería la que mejor encajaría en lo que tenía en mente. Absorto en su mundo añadió dos finas rodajas de manzana verde. Un toque ácido con twist frutal. Un “no", con sabor dulce.
La Tónica Schweppes Ginger&Cardamomo, de la gama Schweppes Premium Mixers aportaba ese viaje por India y África que su cliente necesitaba. Una huida sensorial, muy lejos de ese atardecer en la terraza.
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