Hay un adjetivo ligado a la cerveza Alhambra Reserva 1925 y es el de excepcional. Excepcional es la cerveza, su historia desde su primera producción, en Granada, y precisamente ese 1925 ; excepcional es su sabor, su color y todo lo que la rodea, como excepcional es también la historia de la Real Fábrica de Cristal de San Ildefonso, en La Granja, Segovia y todo lo que en ella se hace hoy recuperando una maestría con más de 300 años a sus espaldas.
Como excepcional es el trabajo artesano, delicado, cuidado, de Diego Rodríguez, Maestro Soplador de la Real Fábrica de Cristales de La Granja. Una dedicación perfeccionista en cuya maestría y sentimiento ha nacido la copa perfecta para degustar intensamente una Alhambra Reserva 1925. Un cuerpo de copa esbelto y de suaves líneas que se cierra discretamente en su embocadura para disfrutar de su espuma blanca, consistente, esponjosa, cremosa y conservar los aromas de la cerveza el mayor tiempo posible una vez servida.
Porque la Alhambra Reserva 1925 es única; su receta se inspira en la primera Alhambra, la primera cerveza que se produciría en la fábrica de Granada en el año que le da nombre, y su botella lo hace también con un diseño inspirado en las primeras que utilizara la marca, de cristal, de 75cl, con tampón de corcho, señal de un carácter artesanal, de calidad, elegancia y misterio, de tradición artesana, laboriosa y dedicada que le une a La Real Fábrica de Cristales de San Ildefonso, fundada en 1727 en La Granja por Ventura Sit y el apoyo de Felipe V y que pervive en nuestros días como Escuela de Vídrio, un Museo y un Centro de Investigación, promocionando, denseñando y difundiendo artesanía e historia, arte, técnica y cultura. Rasgos en que convergen Alhambra y la Real Fábrica y en que ambas que han sabido aunar el gusto por el arte y la tradición, por el buen gusto y un mejor gusto, la pasión por un oficio y la búsqueda del placer en la perfección con una edición limitada de copas de pura artesanía con la garantía de cada una de ellas ha salido de las prestigiosas manos de Diego Rodríguez y de las que es casi imposible producir más de 10 al día.
Una copa a la que tan sólo le falta ser disfrutada con una Alhambra Reserva 1925, una cerveza Extra-Lager, contemplando otra joya de nuestra historia y arte, la mismísima Alhambra, desde el Mirador de San Nicolás un atardecer cualquiera. Entonces, ahí, así, la experiencia excepcional de disfrutar de una Alhambra Reserva en la Copa Alhambra se convierte en una experiencia sublime.
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