Todos somos algo que no somos. Todos, en algún momento, dejamos de vestirnos de domingo para sacar lo que queremos ser y no nos permitimos. De noche, nuestro otro yo emerge dejando de lado los prejuicios, estando más abierto a lo nuevo, a lo inesperado. El maquillaje, la ropa y la indecisión. Lo mejor nuestro, lo peor también. El perfume, las cremas. El toque infalible. Pequeños rituales para LA noche.
Y de repente… ¿Es cava? ¿Es un espumante? ¿Es vodka? Es todo y más. Es la celebración encorchada dispuesta a derrochar sabores y sorpresas. El mix de gente. La música pinchada que va subiendo los decibelios y combinando beats para construir esa emoción especial que sólo sientes en las fiestas. De esas grandes. De las inolvidables. De esas en la que todo puede suceder. Inclusive que el vodka no lo sea.
Burbujas y bebida blanca. Una fusión peligrosamente atractiva creada por Absolut. Un Sauvignon Blanc de Nueva Zelanda y vodka, Absolute Tune.
Botella de Champagne repleta de una bebida enigmática y cautivante. Hasta el corcho en forma de champignon, su color, las burbujas… y de repente, como en las mejores noches, todo cambia. Sabor a felicidad de un brunch de domingo, el cierre de un contrato o de esas que el "por que sí", es la razón de las razones. La energía del vodka y la sofisticación del Sauvignon. Un sabor equilibrado, fresco, rico, floral y afrutado.
Y tienes mil formas de degustarlo y muchas más de que te encante. Desde la casa madre sugieren algunos drinks para no perderse: el afrutado Tune with a Note, el destornillador Mimosa, Cherry Blush, el Tune Collins que combina el Citron con esta fusión vodka-vino y muchos más.
El Absolute Tune tiene 14º de no ser vodka. Y de no ser tú, si quieres.
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