Shinya Kimura es un constructor de motos. Aunque sus fans y sus clientes no dejan caer la palabra "artista" de su boca, él no se considera como tal, porque su primera y última intención al comenzar la fabricación de cualquier modelo es construir una motocicleta que le gustase ver en la calle, una que le apetezca conducir y, sobre todo, una que le divierta. Durante los meses que trabaja en un modelo, Kimura no sólo atiende a la belleza de lo que va creando, también va probando una y otra vez su comportamiento, sus prestaciones, la manera de moverse bajo sus manos, las mismas que han ensamblado las piezas. Es una manera muy cercana a eso que solemos llamar "trabajar con el corazón" en lo que hacemos. Y el corazón de Shinya Kimura bombea asfalto y acero.
La manera de trabajar de este singular constructor se ciñe como anillo al dedo con el sentido que la marca japonesa Yamaha quería dar a una nueva línea de motocicletas de estilo vintage que sin embargo aprovecharan toda la tecnología moderna a su disposición, un homenaje al pasado que se aprovechara del futuro. Un concepto que encargaron plasmar a Shinya Kimura en una moto única, a la que denominaron Faster Son, y que sería el punto de inicio y la piedra de toque de toda una filosofía desarrollada por la marca de los diapasones y que ha terminado por aplicarse, por ejemplo, al diseño de las nuevas XSR700 y XSR900.
El resultado de todos estos pensamientos e intenciones es la Yamaha Faster Son, un objeto único de dos ruedas que es tanto una motocicleta completamente funcional (y veloz), como una hermosa pieza de maquinaria artesanal que casi encaja mejor en un museo que sobre el asfalto. Kimura ha trabajado con sus propios recuerdos sobre motocicletas Yamaha, con las que siempre ha mantenido una relación especial -su primera moto "grande" fue una DT1 de 250 cc-, combinándolos con la moderna tecnología que supone, por ejemplo, el moderno bicilíndrico de 700 cc. de la marca. De esta manera, la mezcla entre el pasado, el presente y el futuro ha sido arcilla para crear acero en las manos de Kimura.
Viendo las imágenes de la Faster Son no se siente lo mismo que viendo cualquier otra moto, sea custom, de calle, potente, pequeña o grande. Se tiene la sensación de estar ante algo único, una especie de instante mágico, como si pudiese desaparecer en cualquier momento. Pero la verdad es que es muy real. Tan de verdad como que soñamos. Con conducirla, por supuesto.
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