Motos

Vanguard Roadster. Genuinamente neoyorquina

El nombre de Vanguard le viene como anillo al dedo a esta motocicleta neoyorquina de aspecto futurista. Lo de Roadster, pronto lo veremos.

Está claro que la Vanguard Roadster es una motocicleta. Se da uno cuenta nada más verla. Un manillar, dos ruedas, un sillín, un motor... Lo que no está tan claro, sobre todo al mirarla con más detenimiento, es cual es su inspiración, cuales son las musas que han paseado por el cerebro de sus creadores, los neoyorquinos FXE Industries, que harán su presentación oficial en el próximo Salón de la Moto que se celebrará precisamente en la Gran Manzana entre los días 9 y 11 de diciembre. De primeras, con tanto aluminio a la vista, podría estar perfectamente en la cocina de un chef de primera línea modernista y deconstructiva, pasando por un aparato de esos que sirve para hacer platos modernistas y deconstructivos. Quizás las ruedas podrían despistar un poco, pero con decir que es un tema de texturas, arreglado. Para la textura siempre hay tiempo.

También es posible que nos suene su diseño a una compañía en particular, como si no nos hubiera extrañado que su marca fuera Confederate Motorcycles. Teniendo en cuenta que los responsables de su diseño trabajaban antes en la marca de Alabama, sería casi un acierto. Al igual que las motos de Confederate, mantiene la imagen de naked con mucho músculo y con un acento especial en parecer diferente desde la primera mirada, tanto por distribución de elementos como por los materiales utilizados. Fibra de carbono en el depósito, instrumentación mediante tablet, que también nos servirá de retrovisor, puesto que nos mostrará las imágenes que manda una cámara montada en la estructura posterior, que integra en asiento y la doble salida de escape, destacando por encima del gran basculante posterior donde montan tanto la suspensión trasera como la transmisión.

La Vanguard Roadster tiene previsto entrar en producción en 2018, así que habrá que esperar para oír rugir su motor V-Twin de 1.917 cc. A no ser, claro, que nos la encontremos un día en las cocinas de cualquier restaurante dedicada a hacer algo que seguro no entenderemos, pero que sabrá a gloria. De Nueva York, claro.

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