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Royal Enfield Continental GT. La Máquina del Tiempo tiene dos ruedas

La Royal Enfield Continental GT es como tener una miniatura preciosa y antigua hecha realidad.

Ignoro si sería posible -o más bien si sería rentable- que un fabricante de automóviles, digamos Seat, siguiera comercializando un modelo desde los años 60. Y no me refiero a las distintas renovaciones de un modelo para su modernización, en lo que termina siendo un simple nombre asociado a un segmento determinado de la marca. No, me refiero a que Seat siguiera fabricando tal cual, si acaso con las necesarias -pero mínimas- puestas al día en cuanto a seguridad y prestaciones, su modelo Seiscientos. O Citroën su Dos Caballos, o Renault su Renault 5. Que te pudieras comprar estos modelos nuevos de fábrica, con su aspecto prácticamente inalterado desde el comienzo de su producción. Si trasladamos la pregunta a las motocicletas, la respuesta sería Royal Enfield.

Cuando se le echa un ojo a la Royal Enfield Continental GT se producen al menos dos respuestas en el observador. La primera es que te parece una moto bella a lo Bette Davis, desgarbada pero con una atracción muy suya, una belleza que no viene tanto de sus lineas como de algo indefinido, que no se puede explicar pero se siente. La segunda es que pese a lo que pudiera parecer, no es su aspecto el que te parece fuera de sitio, algo antiguo en medio de la modernidad. No, lo que te parece extraño es que las calles, las ropas que llevas, los coches que circulan alrededor, todo no cambie para ajustarse a su tiempo, en lugar de al contrario. La que tiene razón es la máquina del tiempo con dos ruedas. La que está en lo cierto es la Continental GT.

El chasis doble cuna de Harris Perfomance sostiene el motor de cuatro tiempos y 535 cc. con 29,1 Cv y todo el espíritu de una moto "de las de antes". O más bien "de las de siempre", porque las sensaciones al conducirla son de tener entre las manos algo conocido, algo a lo que acostumbrarse no cuesta. La Royal Enfield Continental GT no es una moto para devorar kilómetros, es un vehículo para degustar cada uno de ellos como si fueran el mejor manjar que podamos llevarnos a las ruedas. Las dos ruedas de la máquina del tiempo.