Hasta los ochenta, la empresa que en 1905 habían creado Maurice Goudard y Marcel Mennesson fabricaron carburadores para casi todas las marcas Europeas: Ford, Bmw, Volkswagen, Citroen, Renault, Peugeot, Audi… pero este hecho no es más que un éxito empresarial menor dada la historia de su producción paralela.
Quedaban todavía cinco largos años para el fin de la Segunda Guerra Mundial cuando una sencilla bicicleta de la marca Alcyon les sirvió para montar un pequeño motor de 45cc sobre la rueda delantera haciendo girar ésta por fricción con una pieza de cerámica. Era el prototipo de uno de los vehículos más interesantes de nuestra historia contemporánea y del que se llegarían a vender unos ocho millones de unidades hasta finales de los 80: el VeloSolex, de bajísimo consumo y con una autonomía de hasta 100 kilómetros. Perfecto para la postguerra, aunque hubiera que pedalear un poco en las cuestas.
En 2006 vuelve a renacer de aquella idea con el eSolex, esta vez con un motor eléctrico de 400 w con una autonomía de 40 kilómetros a unos 40Km/h y diseñado por Pininfarina. Luego vendrían el VeloSolex, una bicicleta de pedaleo asistido, plegable y de unos 20 kilos de peso, con una autonomía de 50Km a una velocidad de 25Km/h, y la Solexity, también una bicicleta de pedaleo asistido con dos niveles de asistencia y una autonomía de hasta 60 km.
Elegantes, singulares, geniales, silenciosas, eléctricas, económicas, ligeras, maniobrables, recargables, no contaminantes, cómodas, fáciles de estacionar y guardar, saludables, limpias… sólo el frío o la lluvia son excusas aceptables para no disfrutar de un modo de desplazamiento que tiene en su haber mucho a su favor, incluído el placer.