Nos hemos enamorado ya de una infinidad de bicicletas y motocicletas, de bicicletas asistidas con pequeños motores eléctricos, de los longs y de algunos artilugios que nos permiten una más cómoda movilidad por la ciudad, un menor gasto y un gran respeto por un medioambiente cada vez más deteriorado por nuestra dependencia de los combustibles sólidos. Y todos ellos tenían además un denominador común que tiene más que ver con el placer de sentir el movimiento, el desplazamiento, el deslizamiento.
Es ese mismo denominador común el que encontramos en la ingeniería alemana de este Scrooser a medio camino entre los patinetes de toda la vida y los scooters. Su diseño está basado en el perfil de las Vespas que tanto tiempo nos han cautivado pero toda su tecnología presume de alemana. A simple vista carece de motor porque incorpora un motor eléctrico en la rueda posterior que se carga con cada impulso del pie para asistirnos después en nuestros desplazamientos hasta veinticinco días más o una distancia total de 55 kilómetros; un pequeño motor de hasta 1.000W con una batería de acumuladores de iones de lítio y una potencia de frenado de 250W, además de sus frenos de disco hidráulico, que se apaga al frenar y que, por supuesto, no contamina. Mide en total 1'75 cm, con una distancia entre ejes de 1,3m. El asiento está a una altura de 70 cm del suelo y el manillar a 1.10. Pesa tan sólo 28 kilos y soporta hasta 125 de carga. Alcanza la nada desdeñable velocidad de 25 kilómetros hora, suficiente para disfrutar de cada desplazamiento.
El Scrooser se comenzó a desarrollar en marzo de 2012 en la fábrica de FIEP GmbH de Dresden, Alemania con una inversión total de unos 600.000 dólares pero en junio de este mismo año Scrooser hizo su aparición en Kickstarter, la plataforma de crowfunding, para conseguir 120.000 dólares más que les permitieran afinar su diseño y avanzar en el desarrollo de su tecnología de cara a las primeras 150 unidades de la serie cero que verán la luz en mayo del próximo año. Y lo superaron con creces alcanzando en 30 días un total de 186.545 dólares que garantizan que Scrooser se convierta muy pronto en un elemento más de una cultura urbana que no sacrifica nuestro mundo por la movilidad. La verdad es que después de ver el vídeo que se grabó en Barcelona el pasado marzo, nos ocurre lo mismo que a aquellos que se cruzaron con los prototipos por la ciudad condal, que no sólo despierta nuestra curiosidad, también despierta nuestro deseo.
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