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Deus Ex Machina Sea Sider. A por el mar, que ya se adivina

La Deus Ex Machina Sea Sider huele a olas nada más verla y sabe a mar nada más montar la tabla de surf en su lateral. A por el mar.

A surfear se empieza antes de ni siquiera ver el mar, cuando este se adivina, como en aquella canción de Aute. Se empieza cuando te entran las ganas de olas y horizontes a kilómetros del agua, cuando te vas acercando, cuando tu cuerpo te pide mar en movimiento. A surfear se empieza cuando llevas tu tabla hacía la playa, cuando te montas en la Deus Ex Machina Sea Sider y sonríes porque estás en el camino. Y repetimos. A por el mar, que ya se adivina.

La cuestión para la gente de Deus Ex Machina era construir una motocicleta que sintiera lo mismo. Algo sencillo, cómodo, ligero. Una motocicleta para ir a por el mar. Así que buscaron por aquí y por allá diferentes elementos que cuadraran con esas ganas de mar y esa sencillez. De esa manera, el manillar y las luces delanteras son de una bicicleta -japonesa, por más señas-, y se ha añadido una sencilla cesta para darle el toque de pic-nic retro que tan bien le queda.

La base de la Sea Sider es una Honda C70 de 1974, aligerada de elementos no esenciales y con un motor ligeramente potenciado. Se le han añadido los soportes para la tabla de surf y ahí tenemos el resultado. Más bonita que un San Luis y más chula que un ocho, las dos cosas a la vez. A por el mar. Si es que no nos sale otra frase.

Eso sí, de momento deberíamos ir a Indonesia para conseguir nuestra Sea Sider, pues es en la tienda de ese país donde han realizado su transformación. Claro que cualquier excusa es buena, y visto lo visto, está claro que todos los caminos conducirán a Roma, pero a los que van por mar, los adivinaremos sólo con echar un vistazo a la Sea Sider.

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