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El último Porsche 550A de 1958 de competición a subasta

Mítico deportivo y con un palmarés de victorias impecable, este Giant Killer, el Porsche 550A de 1958 se subastará en Scottsdale en enero.

La historia del Porsche 550 está plagada de anécdotas, desde su propia concepción, a sus triunfos, pero ha pasado por ser uno de los deportivos con más admiradores por su estética y su línea. Sin embargo se trata de un prodigio del diseño de la época que le dio un empujón a la casa alemana en competición.

Aunque todos sabemos que el joven ídolo de masas James Dean murió con 24 años en un desafortunado accidente de carretera cuando se dirigía a una de esas carreras que tanto le apasionaban tras el rodaje de Gigante, que al igual que Rebelde sin causa se estrenaría tras su muerte, lo que no todo el mundo sabe es que aquel deportivo que estrelló contra un poste en el cruce de la Ruta 441 con la 446 era un Porsche 550. Aunque aquel Porsche ni era su coche favorito ni su preferido ni el que él deseaba conducir en aquella carrera, de hecho no era más que un coche de sustitución, una adquisición temporal mientras llegaba su esperado Lotus MK X que tampoco debería haber conducido por carretera.

Pues a pesar de la negra historia que ha perseguido al Porsche 550 de James Dean, quizás intentando exculpar al mito de la imprudencia de conducir a 220km/h aquel deportivo que tenía poco más de una semana al que llamó Little Bastard -y aunque ya le había detenido una patrulla de policía dos horas antes del siniestro precisamente por exceso de velocidad-, la verdad es que los Porsche 550 han sido grandes coches de competición y cosecharon en sus tiempo tantos éxitos que al 550A se le apodó Giant Killer, el matagigantes, por su capacidad de derrotar a otros magníficos deportivos en las grandes competiciones del momento.

El Porsche 550 spyder que conduciría al final de la estrella el 30 de septiembre del 55, dio paso al Porsche 550A, con el mismo perfil bajo y pequeño y la carrocería de aluminio que le habían permitido ganarse un lugar en la competición pero al que se la habían mejorado el chasis, más rígido y areodinámico, la carga para conseguir un vehículo aún más ligero, y la suspensión a la que se habían hecho grandes mejoras, y montaba un  motor trasero, cómo no, de cuatro cilindros y 1.5 litros.

Este Porsche 550A de 1958 que subastará Bonhams en The Scottsdale Auction, Arizona, el próximo 18 de enero, no es sólo uno de las 40 unidades fabricadas y de las que quedan pocas referencias, si no que además cuenta con un impresionante palmarés: en las 24 Horas de Le Mans fue segundo en su clase y quinto en la general, primero en los 1000 kilómetros de Núrburgring, en el Gran Premio de Holanda, en el Sandvoort NAV Race y en las 12 horas de Reims. De hecho se le considera como el único de los 40 que llegaría a competir en un Gran Premio.

En un extraordinario estado de conservación, a pesar de su historial, la subasta de este modelo único de 1958 levanta una gran expectación después de que un Porsche 550 RS Spyder sin restaurar pero perfectamente conservado superara los 5,4 millones de euros el año pasado en Goodwood. Pero no contaba con un palmarés como el de este, ni una aerodinámica tan deportiva y especial como el Porsche 550A. Pero como las subastas subastas son, puede ocurrir de todo, desde que quede desierta (cosa que dudamos) a que supere la cifra de su hermano mayor. En todo caso lo veremos, recuerda, el 18 de enero, en Scottsdale. Un magnífico sueño para uan estrella que deseamos dure muchas décadas más.