Corría 1979 el año en el que nos volvimos locos con la primera de la saga de ese futuro apocalíptico sin combustible para nuestras máquinas y todos queríamos ser Max, Mad Max, sin los golpes ni los atropellos, claro. Todos queríamos ser ese cop que vengaba la muerte de su familia con la justicia recorriendo esas desérticas, áridas y sinuosas carreteras de Australia en busca de unas gotitas más de gasolina y persiguiendo -cuando no esquivando- a aquellos malos malísimos sin ética o moral alguna. Era el fin del mundo, del mundo conocido, una pesadilla basada en nuestra dependencia de las máquinas y por extensión de los combustibles sólidos. Nos parecía tan lejana la posibilidad de agotar los recursos naturales del planeta que olvidamos la mayor fuente de energía de la que podemos disponer: el Sol. Ese al que todavía le quedan unos 5.000 millones de años de vida antes de convertirse en una gigante roja.
Entonces, ¿cómo sería Mad Max si en vez de combustible usara como fuente de energía el sol? Pues no habría Mad Max. O esa lucha encarnizada por la supervivencia estaría basada en otras necesidades, como el de conseguir alimento, digo yo. El caso es que la razón nos empuja a pensar en por qué nuestros coches no utilizan la energía solar todavía para conducirse. Serán cosas de la tecnología, nos decimos, que aún no hemos logrado la autonomía necesaria, la potencia para alcanzar razonables velocidades… podemos escudarnos de mil modos porque lo cierto es que hace tiempo, décadas, que los coches solares compiten en velocidad y que las baterías eléctricas - ahí está Tesla- ya aportan autonomía suficiente como para llevar una vida normal que si se suma a una carga solar… lo de parar en los largos viajes se reduciría a ese estirar las piernas, respirar aire y descansar. Sin contaminar ni estropear el
Es lo mismo que deben tener en la cabeza EVX, los creadores australianos de The Inmortus, este roadster eléctrico con 7 metros cuadrados de paneles solares sobre su carrocería sin que parezca un engendro sino todo lo contrario. Pero a lo que nos importa, esos datos de ¿y a mi hasta donde me lleva? The Inmortus se pone de 0 a 100 en menos de 7 segundos y alcanza los 150 km/h, con una autonomía de hasta 550 km a una velocidad media de 80km/h. Madrid-Sevilla, con calma. Está pensado con un deportivo supereficiente con capacidad para dos personas y su equipaje. Mide 5 metros por 2m de ancho y pesa poco más que media tonelada. Lleva dos motores en las ruedas traseras y baterías de litio que se pueden cargar también como cualquier otro vehículo eléctrico.
Por supuesto tiene sus limitaciones, todavía no está en ese punto de perfección que compita con las prestaciones de un vehículo de combustión, pero no deja de ser interesante. Como no deja de ser interesante el detalle de que cada Inmortus se hace por encargo, a medida, en todo el mundo, con partners que hacen a la vez de constructores, ensamblando y dándote el servicio de mantenimiento necesario. Podrás tratar todos los asuntos de tu nuevo y futurista roadster eléctrico y solar con el mismo constructor, sin intermediarios. El futuro, ese, que ha empezado. Veremos lo que tarda Tesla en añadir paneles solares a sus preciosos deportivos. Este se le ha adelantado con su preciosa silueta deportiva y brillante que le hubiera encantado a Mad Max tanto como esa autonomía que le hubiera permitido huir de ese mundo en coma.