Puede que muchas veces entendamos los límites como algo que no nos permite ir más allá. Como un muro con el que es mejor no chocarse. Puede que muchas veces entendamos un modelo de coche como un no va más, algo insuperable. Es muy posible que al echar un vistazo al Audi R8 Spyder ni siquiera nos planteemos en que puede ser superado. Hasta que descubrimos el Audi R8 Spyder V10 Plus. Y comprendemos que el límite no existe, que tan sólo es una marca para saber desde donde partir.
El R8 Spyder V10 Plus, sin embargo, tiene un problema. Basta que tus ojos se posen en él para que tan sólo quieras probarlo, con lo que te fijas poco en el exterior. Bueno, sabes que es un descapotable, un pedazo de descapotable, puede que hasta uno de los descapotables más bellos que hayas visto. Pero que no te pregunten que lo describas con detalle, porque tú estabas pensando en cómo sería escuchar su motor y tomar aquella curva tras esa recta. ¿Era verde? Sí, un verde exclusivo opcional al que Audi llama Micrommata.
Tampoco te fijas en los elementos exteriores en fibra de carbono. No preguntas por los asientos Baquet tratados especialmente para aguantar las inclemencias del tiempo, no te das cuenta de los altavoces integrados en los reposacabezas, en la calidad de los materiales, en los acabados. A ti que te lo enciendan.
Tú lo que quieres es escuchar como suena el V10 subiendo de vueltas, saber que tienes 610 Cv de potencia, que podrías llegar en 3,3 segundos a los 100 km/h, que te podría revolver el pelo el viento que se genera acelerando hasta los 328 km/h. Límites.
Te hablan de un par máximo de 560 Nm a 6.500 revoluciones, pero tú lo que quieres saber es a que sabe. Te hablan de modo Perfomance, de Audi Virtual Cockpit, de volante multifunción. Te dicen de frenos carbocerámicos, de capotas que tan sólo tardan 20 segundos en montarse o desmontarse. ¿Capota? ¿Estamos tontos?
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