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Pegaso Z-102B, cuando supercar se decía supercoche

Sale a subasta un exclusivo Pegaso Z-102B, uno de los escasos supervivientes del superdeportivo español de los años 50.

Se llamaba Wifredo Pelayo Francisco de Borja Ricart Medina, Wifredo Ricart no sé si para los amigos, pero si desde luego para que este artículo no se vaya a las 220 páginas en eso de nombrarle. Y es que la verdad habría que nombrarle bastante, ingeniero en un tiempo de este país en que no existían los ingenieros, o al menos no se les veía. Ricart fue un genio, una de esas extrañezas extraordinarias que producimos cada cierto tiempo y que nadie se explica como ha podido surgir, dada la manera que tenemos de tratar por estas tierras determinadas ramas del saber humano. Trabajó en Alfa Romeo, fue compañero y amigo de Enzo Ferrari, y aparte de numerosas aportaciones al automovilismo, diseñó el mejor deportivo español de la historia, el legendario Pegaso Z-102/103, uno de esos coches míticos que todo aficionado al motor coloca sobre la mes, el automóvil de producción más rápido del mundo en 1953, lanzado a 244 de los km/h de entonces que, como las pesetas, no son lo mismo que las de ahora, euros mediante.

La historia del Pegaso Z-102 comenzó cuando Ricart vuelve a España desde una Italia destrozada en su tejido industrial por la Segunda Guerra Mundial y decide colaborar con el INI en un primer momento para crear ENASA, dedicada a fabricar camiones y autobuses, y más tarde, crear un deportivo de altas prestaciones, un horizonte que se antojaba sumamente extraño en aquella España de misas y estrecheces. El resultado fue presentado en el Salón del Automóvil de París de 1951 y se llamó Pegaso Z-102. Ricart lo había logrado, creando además en su factoría una auténtica escuela de ingenieros. Todo un logro que se acercó, dadas las circunstancias y el resultado, a un milagro.

Se produjeron 86 unidades del Pegaso Z-102 desde 1951 hasta 1958. El cliente adquiría el chasis, lo más destacable y extraordinario del Pegaso, un bastidor autoportante de gran complejidad construido en acero plegado y soldado, excepcionalmente rígido y que fue la base de sus éxitos en competición. Ese chasis era luego carrozado con distintas opciones, algunas en la propia ENASA y otras externas, Carrozzeria Touring, Saoutchik y Serra. Al Z-102 le propulsaba un motor  V8 de doble cabezal en posición delantera acoplado a una caja de cambios ZF de cinco velocidades y diferencial autoblocante. Las cilindradas fueron variando, según los modelos, de 2.500 cc a 3200 cc. Destacaba la suspensión independiente a las cuatro ruedas, con un revolucionario eje de Dion en el eje trasero

Casi 6 décadas después del final de la fabricación del Z-102, uno de aquellos 86 coches sale a subasta en Amelia Island. Se trata de uno de los 7 que disponían de la carrocería Saoutchik, con motor de 2.800 cc. y cuatro carburadores Weber. Fue fabricado en el año 1954 y desde Francia cruzó el charco hasta Alabama a comienzos de los años 60, para terminar en una famosa colección privada en Las Vegas, donde se le hizo objeto de una profunda restauración que es la causa de su excelente estado. Se mire por donde se mire, fue un supercoche con una gran historia, y parece que lo seguirá siendo. Hagan sus ofertas