El Salón de Ginebra es habitualmente territorio McLaren, una cita obligada para que el fabricante británico nos llene los ojos, el corazón y el cerebro con los deseos de conducir los modelos que presenta. Allí fue donde en 2014 recibimos al McLaren 650S y donde un año más tarde hicimos lo propio con el 675LT. Y es en Ginebra donde se presenta el modelo de la gama Super Series que releva a los citados, el nuevo McLaren 720S, el coche que estará presente en todas las conversaciones sobre superdeportivos que tengamos a partir de ahora, al menos claro, hasta el Salón de Ginebra de 2018.
Los 4,54 metros del nuevo 720S no pueden negar su pertenencia a la familia McLaren. Dicen los diseñadores de la marca británica que la fuente de inspiración del nuevo McLaren son las formas del gran tiburón blanco. Y si, hay algo de depredador en el 72oS, algo peligroso que, sin embargo, es lo que más atrae. Algo de nadar en el viento, como si sus formas hubieran sido modeladas directamente por el tiempo que ha pasado jugando con él. Y es el aire del viento el que circula a través de las aberturas de la carrocería para refrigerar el motor y mejorar el apoyo aerodinámico. Y es el viento del que podremos formar parte a través de una cabina en forma de lágrima que promete una amplia visibilidad y que acaba sus formas en una parte trasera que esconde un alerón perfectamente integrado en sus formas, preparado para aparecer sólo cuando sea necesario. La espectacular apertura de las puertas en forma de tijera permite acceder a un interior donde el protagonista, además de los habituales materiales de calidad en un vehículo superdeportivo, es el nuevo sistema McLaren Driver Interface, que permite esconder la mayor parte del cuadro de instrumentos para minimizar las distracciones al volante de este depredador del asfalto.
El apellido del nuevo integrante de la familia McLaren alude directamente a la potencia que es capaz de desarrollar su nuevo motor biturbo V8 de 4.0 litros, 720 CV a 7.500 rpm, con un par máximo de 770 Nm a 5.500 rpm. Todo un corazón de campeón que se integra en un chasis monocasco fabricado íntegramente en fibra de carbono, el McLaren Monocage II, que servirá en un futuro próximo a otros modelos de la marca. Liberada, toda esa potencia tarda escasos 2,9 seg en alcanzar los 100 km/h, 7,8 en llegar a los 200 km/h y 21,4 seg en hacer lo propio con los 300 km/h. El tope, 341 km/h. Números de depredador, sin duda. Para controlar todo ese músculo y sacar el mayor partido del cambio SSG de siete velocidades, el 720S cuenta con el McLaren Proactive Chassis Control, desarrollado en la Universidad de Cambridge y que asegura el mayor agarre al asfalto bajo cualquier circunstancia, controlando la suspensión activa de doble triángulo y amortiguadores adaptativos independientes y la dirección asistida electrohidraúlica.
En el momento de frenar, que llega tarde o temprano, el 720S responderá utilizando sus frenos carbocerámicos con discos de 390 milímetros en el eje delantero y 380 milímetros en el trasero para hacerlo desde los 200 km/h en 4,6 segundos y 117 metros, y desde 100 km/h en 2,8 segundos y 29,7 metros, toda una garantía. Teniendo nuestras manos sobre el McLaren 720S, ya tenemos compañero de juegos para el viento.
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