Desde mi punto de vista, sólo existe una solución posible. Porque la mejor solución, “la” mejor, sólo puede ser una. Las otras son opciones, alternativas… Pero soluciones, sólo hay una.
Extraigo la parte emocional de cada movimiento para analizar los datos, darles formas, comprobarlos estadísticamente, extrapolarlos y solucionarlos.
Con los años aprendes que las operaciones no pueden ser emocionales, no puedes pensar en que una subida estrepitosa de un stock hará que miles de empleados ganen más o los accionistas puedan reinvertir sus ganancias con algún fin social. Cuando piensas en cifras, no hay emoción. No puede haberla. No hay personas detrás de los números, detrás de un cálculo. El dinero no tiene cara. Porque en cuanto sientes qué significa cada decimal, te vuelves subjetivo. Y la realidad te responderá con datos.
Es como si existiera una batalla constante entre un factor y una consecuencia. Te acostumbras a extraer de ti lo que piensas, lo que sientes y deseas y lo despejas por lo que sabes.
Cuando todo lo externo es tan racional, necesitas un lugar para relajarte, para volver a ti mismo. Si no lo haces, llega un punto en que te sientes como desfasado, como una radio mal sintonizada. Todo está, pero no del todo. Hay una desincronización. Porque la vida es emoción, mis clientes son emoción, pero yo debo solucionar desde la razón.
Cuando era más pequeño, me subía a la casa del árbol y allí perdía horas y horas buscando historias a mis Playmobil. Ahora me subo a mi Nuevo BMW Serie 1, cojo carretera y voy en busca de perspectiva. Subo a lo más alto de la ciudad, a veces de la montaña. Y veo a la gente allí abajo. La vida que sucede en esas calles no va conmigo, aunque mis soluciones les afecten. Yo estoy allí arriba, lo observo todo, necesito un horizonte lejano para hacer una extracción inversa. Esta vez, me lleno de emoción.
Entiéndeme, mi Nuevo BMW Serie 1 es como mi coraza. Todo ya está pensado, todo ya tiene una razón. Es como una suma de muchas soluciones. Todo lo que está dentro de mi BMW ha sido “La” solución a una necesidad. Así es que cuando lo conduzco, sólo me queda sentir, emocionarme, vaciar mi cabeza de datos, buscar el silencio de la altura.
Volver a ser yo, para poder extraer nuevamente parte de mi y recuperarla la próxima vez que me suba a mi Nuevo BMW Serie 1.
Economista