No es que sea un prodigio de la elegancia, ni mucho menos. El McLaren Senna es otra cosa, un superdeportivo espectacular por muchas razones y magnífico dentro de los cánones de belleza de los vehículos de competición que rinden la estética a la eficiencia aerodinámica.
Lleva el nombre de Senna como homenaje al gran piloto brasileño tres veces campeón del mundo de Fórmula 1, Ayrton Senna, que además de competir en los equipos de Toleman, Lotus y Williams, conseguiría sus mejores palmarés al frente de un McLaren-Honda entre el 88 y el 93, un año antes de abandonar el equipo y fallecer en el Gran premio de San Marino en 1994, al frente no de un McLaren-Honda si no de un Williams-Renault en un trágico accidente.
Y qué mejor homenaje a uno de los grandes pilotos de la historia del automovilismo de competición que el motor más potente de McLaren, un motor de combustión interna V8 de 4 litros biturbo emparejado al chasis trasero y una potencia de 789 caballos, uno podría pensar que esta espectacular bestia es sólo de competición, que solamente se podría conducir en un circuito. Pues no, el McLaren Senna está homologado y legalizado para ser utilizado como un utilitario. Eso sí, un utilitario con una potencia espectacular.
Este deportivo digno de la Fórmula 1 es además extremadamente ligero, su peso total no supera los 1200 kilogramos gracias a la generosa utilización de fibra de carbono para el chasis Monocage II y los paneles exteriores hasta los acabados interiores en los que no puede faltar lo último en tecnología, como la consola central desde la que se controlan todas las funciones del vehículo. Por supuesto, al ser un deportivo de calle, su volante no tiene los controles de un fórmula 1, sólo aquellos de control del vehículo habituales, como el cambio manual de sus siete marchas.
Cada elemento, panel, pieza de este McLaren Senna, como decíamos al principio, no está pensado en términos estéticos si no de eficiencia, por eso incluso el impresionante alerón trasero tiene una identidad propia al igual que las grandes tomas de aire de morro, pasos de rueda y capó, como la que monta sobre el techo del vehículo, o el detalle de los paneles transparentes de las puertas que le dan continuidad a las ventanillas del vehículo incluso cuando se baten las puertas hacia adelante. Aunque en el cómputo global la integración de todos estos paneles crea una silueta llena de detalles con cierta coherencia, la de la entropía, el caos en el que todo tiene su orden y papel para conseguir un superdeportivo de alto rendimiento que se pueda conducir en la ciudad.
Montado a mano, en una edición limitada pero no tan exclusiva, el McLaren Senna se producirá para un máximo de 500 compradores, bajo pedido, y no se empezarán a construir hasta el otoño de 2018. Y aunque nos parezca magnífico como superdeportivo y hasta atractiva la posibilidad de conducirlo por cualquier carretera o ciudad, no nos parece un coche para presentarse a trabajar. No sin perder toda clase, aunque su precio supere los 850.000 euros al cambio, 750.000 libras.
De lo que no nos cabe duda es de que Ayrton Senna lo hubiera disfrutado, mucho, más allá de los circuitos y se sentiría halagado.
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