Sobre gustos no hay colores, dicen. Para algunos, además, no hay límites, como para el multimillonario iraní que se ha encargado el Koenigsegg Agera RS Gryphon, de colores negro y oro, negro de fibra de carbono, y oro, de oro, oro de 24 quilates, el que conforma los insertos en la carrocería y en el interior del coche, y que no son pocos, precisamente. Nosotros no dejaríamos el coche aparcado en la calle, la verdad, aunque seguramente el dueño de semejante modelo tendrá un lugar para que duerma a buen recaudo, ya sea una plaza de garaje o un espacio en una caja fuerte. Además, el Gryphon no es el único modelo encargado por el cliente, que ha ampliado su pedido a otros dos Regera más, aunque sin estar personalizados hasta ese extremo.
En el exterior del Gryphon, el oro perfila capó, techo, puerta y faldones con líneas que combinan perfecta y equilibradamente con el negro de la fibra de carbono. Como hemos dicho, en el interior el dorado metal también está presente de manera extensa, pero al igual que en la carrocería, siguiendo más la belleza y el buen gusto que el simple exceso, que no sabemos si es la misma norma que sigue el exclusivo casco de competición negro y dorado, también de esos mismos materiales encargado por el afortunado y caprichoso dueño de tan particular Regera.
Hasta donde sabemos, el oro no está presente en el motor del Gryphon, lo que no quiere decir que no sea una auténtica joya digna del fabricante nórdico: un V8 biturbo similar a los del Regera "normal" -si es que se puede decir así- llevado hasta los 1.360 CV, que al combinarlos con los 1.395 kilos, dan como resultado una relación peso/potencia casi como la de su hermano de fábrica Koenigsegg One:1, Entre nosotros, una auténtica pasada. Dentro o fuera de la carretera, está claro que el Gryphon está pensado para llamar la atención.
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