En 1923, cuando todas las carreras del mundo se centraban en la velocidad de los nuevos vehículos, se organizó en Le Mans, la primera carrera de resistencia, las 24 horas. Los vehículos que participaban no sólo tenían que ser veloces, tenían que soportar la marcha de 24 horas en un circuito de carretera que se cerraba especialmente para este evento y tomando por ganador al que lograra la mayor distancia recorrida en ese tiempo. Una prueba dura que cambió por completo el modo en que se diseñaban y desarrollaban los vehículos de competición y que transformó en gran medida la industria del automóvil. Velocidad, sí, y resistencia.
Desde entonces y salvo las excepciones del 36, la interrupción de ocho años de la Segunda Guerra Mundial, del 40 al 48, desde entonces las 24 horas de Le Mans es la prueba física con más prestigio del mundo. Participar en Le Mans es la prueba más significativa de la calidad y desarrollo de las constructoras, ganar las 24 horas de Le Mans es mucho más que un premio, es la muestra del poder y el desarrollo, de la distancia tecnológica entre unas marcas y otras. El reto de todo constructor.
En toda la historia de Le Mans, Jaguar ha ganado el premio 7 veces, en 1951 con el XK120C, en el 55, el 56 y el 57 con el D-Type, en el 88 con el XJR-9LM y en 1990 con el Jaguar XJR-12. Estos retos y estos triunfos dan lugar a un proyecto singular, el Jaguar Project 7, un deportivo de alto rendimiento que rinde tributo a esas siete victorias y a todo un linaje deportivo de la casa británica que desde sus comienzos en 1922 ha centrado su desarrollos en berlinas de lujo y deportivos. Pudimos ver el Project 7 en el pasado festival de velocidad de Goodwood a mediados de julio, en el que demostró que más que un prototipo único es una maravilla de la ingeniería y el diseño que alcanza una velocidad de 300 kilómetros por hora y pasa de 0 a 100 en 4,1 segundos.
Desarrollado sobre la base y el chasis de añumino rígido de un F-Type, con un motor 550PS versión del 5.0 litros V8 sobrealimentado, transmisión automática Quickshift de 8 velocidades, y los detalles que lo convierten en un súper deportivo como las modificaciones aerodinámicas delanteras en fibra de carbono, una altura más baja, los faldones laterales, el difusor y el alerón trasero a 14 grados, las rejillas de ventilación frontales adicionales, un parabrisas menor y suficiente para un piloto que se sienta en un asiento "composite bucket" rebajado 30mm y con arnés de competición de cuatro anclajes, llantas de aleación con inserciones de fibra de carbono de 20 pulgadas y un interior que no podía ser menos con un tapizado negro tipo racing diamantado, fibra de carbono en la consola y un volante con levas de aluminio.
El color azul del Project 7 es el mismo que lucían los D-Types que ganaron entre el 56 y el 57, la banda deportiva del frontal y el círculo con el número 7 rinden final tributo a esas siete victorias del fabricante inglés configurando un deportivo único que bien podría participar y ganar las 24 horas de Le Mans pero que no verá una línea de producción. ¿El precio? No, no hay precio para un vehículo así.
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