Durante algo más de 30 años, de 1929 hasta 1961, Borgward fue una marca de automóviles alemana que hasta hace relativamente pocos años había caído en el olvido, salvo de aquellos coleccionistas o estudiosos de la historia del automovilismo que aún la tenían como lo que fue, una pequeña marca que produjo coches muy destacables, entre los que se encontraba un nombre en particular: el Borgward Isabella. Casi 60 años después de su desaparición, la renacida marca bautiza con el mismo nombre a un prototipo que es toda una declaración de intenciones: El Borgward Isabella Concept.
Pero el Isabella Concept no es el comienzo del renacimiento de la marca. En realidad todo volvió a comenzar hace dos años, cuando el nieto del fundador retomó la senda de la marca de la mano de inversores chinos presentando un SUV para el mercado del gigante asiático, el BX7, al que siguió un año después un vehículo de menores dimensiones, el BX5.
Tras poner las bases, le toca el turno al futuro que representa el Borgward Isabella Concept, un vehículo eléctrico que llama la atención por sus líneas de sedán futurista pero con mucha apariencia de realidad, estilizado y muy compensado en sus formas, marcado en sus líneas con dos tonos de color y dos trazos que recorren su carrocería marcando más su aspecto de navegante que de corredor. La marca alemana ha bautizado el principio de su diseño como Impressions of Flow, y servirá para marcar la imagen a seguir por el resto de vehículos en próximos lanzamientos de la marca.
Las puertas corredizas se abren de manera enfrentada para ofrecer un amplio acceso al interior, de tono marcadamente futurista y con espacio para cuatro personas en asientos individuales, jugando con tres colores básicos e imaginamos que lleno de opciones tecnológicas en consonancia con lo que parece anunciar tal despliegue de aspecto innovador.
El motor eléctrico del Borgward Isabella Concept es un desarrollo conjunto de la marca alemana con la empresa LG Electronics, y recibe el nombre de ePROPULSION, tratándose en realidad de dos motores acoplados a los respectivos ejes, con una potencia combinada de 300 Cv para impulsar con tracción integral al Isabella hasta unos más que brillantes 250 km/h de velocidad máxima con una aceleración de tan sólo 4,5 segundos para los 100 primeros.
En cuanto a la autonomía, estaría en torno a los 500 km, con tiempos de carga rápida de alrededor de 40 minutos con la posibilidad de carga por inducción. Está claro que la herencia del Isabella de los años 50 ha caído en unas manos -o ruedas- estupendas.
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