Cuatro años y medio fue el periodo de tiempo que se tomó Ramsey Mosher para transformar, por encargo de Terry Cook, un apasionado de los coches, un Lincoln Zephyr originariamente fabricado en 1939 en el Lincoln Zephyr Scrape, uno de los hot-rods -coches clásicos norteamericanos modificados- más populares que haya habido nunca en los Estados Unidos.
La razón para que el Scrape consiguiera esa popularidad no es sólo la belleza singular de sus líneas, esa fluidez que parece tenerle siempre en movimiento, y que le hizo reconocible desde el instante que salió del garaje de Mosher para ser portada de unas cuantas revistas especializadas y protagonista de todas y cada una de las numerosas exposiciones que visitaba a finales de los años 90.
Lo que consiguió la inmortalidad para el Lincoln Zephyr Scrape fue, irónicamente, ser reducido de tamaño y de importancia hasta convertirse en juguete. El Scrape fue uno de los modelos a escala 1/18 más vendidos de la gama de coches Hot Wheels de Mattel, lo que le llevó a las manos de millones de niños que crecieron imaginándose dentro de su cabina mientras ganaban carrera tras carrera con sus pequeñas manos propulsando al Scrape por pasillos y aceras.
La emoción de lo intangible, la belleza de su diseño y un indudable aire clásico se mezclan en el Scrape para ofrecernos uno de esos coches únicos, que siempre valdrán más de lo que paguen por ellos, porque así ocurre con los objetos que pertenecen de alguna manera a los sueños.
El Lincoln Zephyr Scrape terminó siendo comprado por el Museo Robert E. Petersen en Los Ángeles en el año 2000, y allí ha estado hasta que se ha decidido que salga a subasta en la localidad californiana de Santa Mónica del 24 al 25 de junio. Allí, el juguete para niños se convertirá probablemente en un preciado tesoro que terminará durmiendo en un sitio de la casa bastante más importante del cajón donde se guardaban los coches de Hot Wheels.
Galería de imágenes
-
1
-
2
-
3
-
4
-
5
-
6
-
7
-
8
-
9
-
10
