1960 Mercedes Benz 300 SL Roadster. 6
Coches

1960 Mercedes Benz 300 SL Roadster

Es la versión descapotable del Gull-wing, padre del moderno supercar y el mejor deportivo del siglo XX.

La recuperación de Mercedes Benz pasaba ineludiblemente porque las flechas plateadas volvieran a competir después de la Segunda Guerra Mundial. Fue entonces cuando Rudolf Uhlenhaut y los ingenieros del departamento de investigación que dirigía en Daimler-Benz diseñaron un automóvil con una estructura tubular de tan solo 50 kilogramos de peso y gran resistencia a la torsión. Esa estructura impedía utilizar puertas convencionales, pero la solución, además de resolver el problema, proporcionó al coche su rasgo más característico que lo convirtió en un objeto de culto, unas puertas que se abrían hacia arriba.

La versión de calle de ese automóvil de competición llegó en 1954 como un coupé deportivo de dos asientos que respondía al nombre de Mercedes Benz 300 SL, trescientos por su cilindrada de 3 litros y SL por Sport Leicht, Deportivo Ligero. El 300 SL tuvo una versión de calle gracias a Max Hoffman, el importador de Mercedes Benz para los Estados Unidos, el único mercado que había crecido en la postguerra. De este modo, el Mercedes Benz 300 SL Gullwing se presentó oficialmente en el Salón del Automóvil de New York de 1954.

Tres años después, prescindiendo de las alas de gaviota, se presentó el Mercedes Benz 300 SL Roadster, versión descapotable de la que se produjeron 1858 unidades en el mundo. Comercializado hasta 1963, el modelo Roadster protagonista de esta crónica es de 1960 y se entregó al concesionario de Mercedes Benz que Max Hoffman tenía en el 430 de Park Avenue. De aquel edificio diseñado por Frank Lloyd Wright, salió un día la joven Marta conduciendo su imponente descapotable, después de prometerle a su padre, el empresario Elston J. Tribble, que no abandonaría los estudios por una incierta carrera en el mundo de la moda. A Elston siempre le resultó curioso la coincidencia entre los ojos de su hija y el color del coche, al que familiarmente llamaban Blue Eyes.

Veintiséis años después, el cuentakilómetros de Blue Eyes marcaba 34.646 millas. Era el otoño de 1986 y, como todos los años, Marta lo introdujo en el garaje en espera de la próxima primavera. Pero nunca volvió a sacarlo y se quedó, encerrado y sin tocar, veinte años. El actual propietario logró convencerla para que se lo vendiera, cosa que ella hizo con la condición de que lo restaurara a su estado original. Con sólo dos propietarios en 53 años, está conservado impecablemente y tiene un montón de premios. Ahora busca nuevo propietario en el evento Art of the Automobile que se realizará el próximo jueves 21 de noviembre de 2013 en la Casa Sothebys en Nueva York, donde se espera que alcance un valor superior al millón de dólares.