Corría el año 1951 cuando, gracias a Konrad Adenauer y al Plan Marshall, los alemanes comenzaban a salir de una postguerra llena de sinsabores. Era el momento de que resurgiera la más veterana y acreditada marca automovilística de Alemania y la recuperación pasaba ineludiblemente porque volvieran a competir después de la Segunda Guerra Mundial. Fue entonces cuando el joven ingeniero Rudolf Uhlenhaut y el equipo del departamento de investigación que dirigía diseñaron un automóvil de carreras polivalente, uno que servía tanto para correr en circuitos como Le Mans como en carreteras convencionales como Mille Miglia. Lo consiguieron con el motor modificado del modelo más potente que fabricaban en aquel momento, el tipo 300, y un chasis tubular de tan solo 50 kilogramos de peso y gran resistencia a la torsión, estructura que llevaban tiempo observando en los coches que dominaban las pruebas deportivas, los Jaguar Type C. Sin embargo, esa estructura impedía utilizar puertas convencionales. La solución, además de resolver el problema, proporcionó al coche su rasgo más característico que lo convirtió en un objeto de culto.
Los resultados obtenidos en las carreras fueron mucho mejores de lo que esperaban. La línea atractiva y la aureola triunfal de aquellas flechas plateadas, creadas con la única intención de promocionar la marca en algunas competiciones, despertaron una enorme apetencia entre los norteamericanos. La versión de calle de ese automóvil de competición se presentó oficialmente en el Salón del Automóvil de New York de 1954 como un coupé deportivo de dos plazas que respondía al nombre de Mercedes Benz 300 SL, trescientos por su cilindrada de 3 litros y SL por Sport Leicht, Deportivo Ligero. Fue el primer coche de calle en equipar un motor de gasolina de inyección de combustible. Llegaba a alcanzar los 245 km/h y se ponía de 0 a 100 en algo más de 8 segundos, cifras que lo encumbra entre los cinco primeros deportivos de todos los tiempos. En su diseño destacan las inequívocamente elegantes puertas alas de gaviota, la maravillosa solución a un pequeño problema de diseño y culpable en gran parte de su leyenda.
Pintado con el clásico gris plata y con el interior tapizado en azul marino, el Mercedes-Benz 300 SL Gullwing con chasis número 5500799 salió de fabrica el 11 de octubre de 1955 con destino al famoso distribuidor de Milán Saporiti. Durante seis décadas ha estado en manos de los Agusta, familia de la que ha recibido un perfecto mantenimiento y que le ha cambiado pocas cosas respecto del original, los mínimos para permitir su uso continuado como coche de carretera moderno y cómodo, como unos frenos de disco delanteros, un reproductor de radio moderno con CD y MP3 y un cuentakilómetros Retrotrip. El próximo 14 de mayo sale a subasta en Mónaco. Seguro que su comprador comprenderá que el 300 SL es uno de los Mercedes que más hicieron por el sólido prestigio de la marca.
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