Las bicicletas ya no son lo que eran. Por lo pronto, ahora son eléctricas y bellas, muy bellas. Y tampoco las llaman bicis, que las llaman e-bikes, que queda cómo muy muy moderno, y tardas en montarte porque siempre tienes que darte dos vueltas alrededor para admirarla. Porque nadie se puede montar así cómo así en una bicicleta como la Ruffian, tan de motocicleta antigua, tan de dar pena de dar pedales aunque sea una bici.
La Ruffian es una creación de la empresa alemana Ruff-Cycles, que tiene como uno de sus lemas hacer que ingenieria y calidad alemanas se encuentren con el rock'n roll. Y como resultado de esa mezcla le salen cosas como la Ruffian, que de estilo anda sobrada y de tecnología tampoco parece necesitada. Es decir, casi perfecta.
La Ruffian se mueve -aparte de a pedales, por supuesto- con un sistema eléctrico Bosch que puede funcionar tanto de manera independiente como en forma de asistencia al pedaleo, con una autonomía de 90 km en modo eléctrico, que tiene su velocidad limitada a 25 km/h y ve completada su carga en 3 horas y media.
En cuanto al sistema clásico, posee un cambio Shimano de 8 velocidades y sus frenos se benefician de apoyo eléctrico. Está disponible en tres colores y cada uno de sus detalles es una invitación al deseo de dar un paseo. O dos. O mil.
En el poco probable caso de que no nos satisfaga la Ruffian, Ruff Cycles posee en su web una aplicación para crear la bicicleta de nuestro sueños, a la que merece la pena acceder tan sólo por la diversión que supone inventarnos desde 0 nuestra montura ideal, sabiendo,por supuesto, que siempre podemos volver a la Ruffian, dar un par de vueltas alrededor antes de montarnos y hacer que los ojos de la ciudad se vuelvan hacia nosotros al tiempo que recorremos sus calles.
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