Quisiera ser un niño nacido entre zarzales,
huraño a la canción, rebelde a la caricia,
por todo amor el viento y el gozo sin después,
por norte los caminos de azar y de molicie.
O quisiera poder burlarme del destino,
indócil extraviarme en un mar nunca hollado
y evadirme de toda vigilancia y tiniebla...
Dejar una doliente doncella en cada puerto,
tirar todo recuerdo dentro del hondo mar
y abrir de par en par los párpados al sueño.
* El combate del sueño. Josep Janés
LA INSPIRACIÓN
Escenario: En París, un interior sofisticado.
En un salón animado y acogedor de la orilla izquierda del Sena, París era una fiesta. Escritores, mecenas, pintores; champagne, humo y abundancia. Existencialistas y bohemios, trasgresores y elegantes. Un mundo que transcurre entre el Café de Flore, los Jardines de Bagatelle o el Palacio Garnier donde acudir a disfrutar de una ópera intimista. No hay más posibilidad de huida que la del arte. Excentricidad e inconformismo. Y hay una fragancia que rinde homenaje aquellos años, L'eau du treinte quatre; una época pícara y ligera, profunda y rompedora; sofisticada y bohemia.