Ni señorita, ni joven ni señora. Al acercarse al mostrador de la recepción del hotel, él dijo signorina. Y ella sonrió. Y se sonrojó por lo melodioso del nombre y por su significado. A sus ya cumplidos 40 aún seguía desprendiendo ese aire juvenil, sofisticado y femenino.
Pasó por delante de las mejores tiendas de moda, de zapatos con alturas imposibles, de pañuelos de seda hechos a mano… pero nada atrajo su atención lo suficiente como para pararse. Hasta que llegó al escaparate de esa perfumería de la esquina, pequeña, acogedora y con un frasco en el centro que atrajo su mirada. Cuadrado como un joyero, con un lazo y un tapón en forma de burbuja de oro rosa. Abrió la puerta de cristal y se dirigió hacia él. La fusión de jazmín, peonia y rosa la cautivaron, y el toque fresco de la pimienta rosa y las notas amaderadas de patchouli, la convencieron.
Miró el frasco y, como no podía ser de otra manera, su nombre era Signorina. Una fragancia de Salvatore Ferragamo llena de vida, pensada para mujeres estilosas, con esa frescura atemporal que crea tendencia. El frasco de 30ml tiene un precio de 47 euros y el de 100ml de 92 euros.