“Paula, cariño, ve al laboratorio a buscarme esencias para hacer esta mezcla”, y así desde chiquitina habitaba un mundo de fragancias y elixires maravillosos que le servían para experimentar, mezclar, probar y crecer, rodeada de aromas que hoy sabe diferenciar, intuir y ligar a la perfección. En ocasiones su madre se enfadaba porque el olor que impregnaba su ropa tardaba en irse; en ocasiones su padre hacía lo propio, porque no se podía jugar alegremente con unas materias primas tan caras, decía.
Y fue su inquietud por sumergirse de lleno en ese mundo, ciento cincuenta kilos de jabón que le dejó en herencia su padre, y la capacidad de Paula de materializar el sueño del químico que la trajo al mundo, lo que empujó a esta publicista a crear Olivia Soap, una marca que elabora diez tipos de jabones bajo las leyes de la aromaterapia y la fitoterapia, y que, al usarlos, “te hacen feliz”.
Olores que despiertan sensaciones, que relajan o estimulan, materias primas que cuidan la piel, aceites esenciales escogidísimos entre los mejores bajo criterios eco o bío, aplicaciones para problemas específicos, y jabones a la carta, hechos a medida del cliente.
Desde Argentina, de la mano de su padre, llegó un viejo bolso intacto, y en él, y sin que nadie lo supiera todavía, estaba Olivia, su germen. En su interior habitaba un pintalabios, un monedero, algunas estampitas de santos, varias fotos y lo más importante, la esencia de su abuela contenida en una agenda, una mujer de vestido, sombrero y guantes con labios rojos que había dejado escrito en la primera hoja: Salón de belleza Olivia. Buenos Aires.
Paula no conoció a Olivia pero la bastó esa anotación para enamorarse del nombre y decidir que así se llamaría su proyecto, porque si Olivia era esa mujer coqueta, también era y es un nombre que viene de oliva cuyo aceite es una de las bases más importantes de sus productos.
La Paula nieta también heredó de Olivia Abuela todos sus libros de belleza y cuidados, secretos extraordinarios a base de productos naturales. Un tesoro que la ayudó a saber que ese era el camino que iba a seguir; una senda que en 2012 continuará su escalada con la apertura de un Soap-room un espacio laboratorio desde el cual fabricar y recibir a todo aquel que esté interesado en conocer el proceso.
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