Los colores llenan las estaciones de su energía, y con la llegada de los primeros verdores, del renacer de la vegetación y las referencias pictóricas del florentino Botticelli, dejamos que la paleta de colores que llena el vestuario, acabe con los excesos del invierno.
Y eso que en general representamos con el típico cambio de temporada, en Teresa supone un empezar de cero, porque la ropita de los 4 meses, a los 16 no tiene nada que hacer.
Así que comienza la búsqueda, el planteamiento del rango de meses de compra, la selección. Algo que resuelvo con una cuestión de números, que deriva en la cantidad de conjuntitos que creo que va a necesitar, y que en el transcurrir de la primavera al verano, también implica pensar en días de arena y mar, culetines, sandalias y vestiditos de playa.
Las búsquedas online son ese primer paso que por un lado ayuda a ver qué es lo que hay, y contribuye a que no nos salgamos de nuestras cuentas, porque dejarse llevar es tan fácil como temerario, que aunque parezca mentira, en esto del vestir infantil hay mucho de excesivo y hay que saber combinar: de Nanos a Tizzas pasando por Zara, merodeando por Petit Bateau y alguna tienda multimarca.
Y quitando las toallas de playa que mantienen su usabilidad de un año para otro, todo lo demás empezará poco a poco a llenar sus cajones, mientas que los abrigos, las bufanditas, las capotas y los gorritos con sus pompones, pasarán a la caja con el rótulo de 12 a 18, para hacer compañía a la de 3 a 9 y a la última de 9 a 12. Un bye bye winter, al que le sigue un primavera welcome.