Cuando he tenido que elegir entre playa o montaña, sol o nubes, sur o norte, siempre he escogido la primera opción. No le pasa igual a Jorge que es más de clima frío, abrigo, paraguas y ríos con truchas, pero eso nunca ha supuesto un problema, ya se sabe que los polos opuestos…
Pero a donde yo quiero llegar es que con el paso del tiempo, a mí, que he sido de esas que disfrutaban tostándose al sol tumbadas en la arena, de las que cogían un patín en la playa y se ponían a pedalear hasta el límite imaginario que había entre aquellas boyas gigantes, porque ahí era donde más sol se cogía; hace un par de años, apelando al sentido común y a que las manchas de la piel el día menos pensado pueden rebelarse, empecé a ser más cauta con el sol.
Mucha protección, bajar a horas en las que no queme demasiado, colección de sombreritos y pamelas, y gafas que cubran hasta las cejas, son unos hábitos que ahora con Teresa nos vienen genial. Porque ella que es tan blanquita, con esos ojos tan claros y todavía tan bebé, no tolera muy bien el sol y mucho menos el calor. Así que antes de salir de casa, la crema, la sombrilla de su carro, el abanico, el biberón con agua y la capotita, no se nos pueden quedar atrás.
Y con la llegada del verano pues festival de mar, piscina, arena y césped, que es lo que toca. Aunque la verdad es que me siento un poco pez en todo esto. Me explico.
El fin de semana pasado tuvimos un bautizo que se celebró en un bonito jardín con piscina. Hasta aquí todo bien. Pero cuando unes Madrid, 14:30 y 35 grados a la sombra, pues te toca pasar al plan B. Que consistió en poner en el jardín a Teresa dentro una bañerita con agua, porque tener la piel atópica de momento le impide experimentar con el cloro.
El tema es que yo no le había llevado ninguna braguita para que pudiera bañarse y no sabía cómo hacer para refrescarla. Cosas de madres primerizas, que las que ya tienen experiencia solucionaron con un “pues desnudita”. Yo al principio no estaba muy conforme, pero cuando piensas que quienes te lo dicen tienen hijos de la edad de Teresa, y hacen lo mismo con ellos, pues pierdes ese pudor exagerado de querer protegerla de todo microbio viviente. Y aquello fue un santo remedio.
Así que pasada la experiencia del primer baño, ahora toca disfrutar de los paseos por la playa y de los castillos en la arena. Cosas del verano a las que conviene sacarles el mayor partido posible.
*El libro/comic de Nathalie Jomard, ayuda a poner el contrapunto de humor que toda madre novata necesita.