Hace una semana que vengo dándole vueltas al monólogo que vimos el otro día en televisión. La verdad es que nos hizo mucha gracia, pero a mí además me ha hecho reflexionar sobre todos los cambios que ha dado nuestra vida, desde que Teresa está con nosotros. Porque ahora que ya ha pasado más de medio año, podemos ver con un poco de perspectiva el antes y el después.
El speech de Arturo Valls que comenzaba con una serie de carantoñas, continuaba con un “es que acabo de ser padre”, y relataba en clave de humor una serie de lugares comunes con los que es imposible no identificarse.
Así los dolores de espalda, la falta de sueño, cómo cambian las casas, el mítico “eaeaeaea, eaeaeaea” para tratar de dormirles, y la famosa ley del silencio. Porque a partir de las nueve de la noche en las casas con niños, que a nadie se le ocurra llamar por teléfono, comienza a haber muy pocas conversaciones y las que surgen, pues en voz baja. Esto es así.
Y la verdad es que todo es muy real, pero lo que hasta ahora no había estado en mi parte más consciente, es el hecho de que antes cuando salíamos de casa, salíamos de casa, sin más. Nosotros, las llaves de casa, las del coche, y andando. Pero ¿y ahora?
Ahora nos sentimos un poco Groucho, Chico y Harpo. Y si hemos quedado a las 10, nos toca planificarnos con tres horas de antelación, y no exagero, igual me quedo corta... Entre que nos duchamos, nos arreglamos, nos vestimos, cambiamos a Teresa de pañal, le ponemos sus cremas, su ropa, le damos de comer. Porque no sé cómo lo hacemos, pero siempre toca (hagamos un guiño al insigne Murphy). La ponemos en su carro, cogemos su bolsa de paseo, su bibe de agua, la capotita, una muda, pañales, algunos juguetes (porque nunca se sabe), y etc, etc, etc. Pues eso, que ni que fuéramos a montar un circo de tres carpas.
Visto así es divertido, la verdad, y lo cierto es que nos hemos adaptado sin tiempo para quejarnos. Pero esto es lo que ocurre, lo que nos ha ocurrido. La vida nos ha cambiado radicalmente. Y si nos posicionamos desde la comodidad, pues no nos saldrían las cuentas, pero si lo hacemos desde la perspectiva de haber hecho el mejor proyecto conjunto de nuestra vida, pues lo que pasa, que estamos encantados.