Viajando abrimos nuestra mente, abrimos nuestro corazón. Al viajar somos más porosos a experiencias nuevas, a nuevas formas de ver el mundo.
¿Por qué ocurre esto? Cuando vamos a otro lugar lejano, en el viaje predisponemos nuestra mente a adaptar detalles, escenas, olores, etc. Distintos a los habituales, porque allí será distinto.
Mientras, cuando estamos en nuestra propia ciudad nos perdemos este rango infinito de matices, inconscientemente pensamos que ya lo conocemos todo y no nos paramos a percibir con la misma apertura.
Te invito a que vayas a un barrio de tu ciudad al que no tengas frecuencia en ir, si tiene una mayoría étnica distinta a tu barrio, tanto mejor. Ve con mentalidad de descubrir un nuevo "país", nuevos olores, nuevas costumbres. Las personas que allí residen tienen seguramente sueños distintos, costumbres distintas, vidas distintas en definitiva.
Visita este y otros barrios a distintas horas del día y te sorprenderá lo fácil que es viajar al extranjero en tu propia ciudad (más fácil cuanto más grande es la ciudad).
Y no olvides preparar el viaje como si de verdad te fueras a otro país, cuanta más mentalidad de turista lleves más placer sacarás.
¿Has decidido destino y día? ¿A qué esperas?