Por supuesto no estoy diciendo que todo lo que te pasa negativo en la vida es consecuencia de tu actitud. Hay cosas que son como son solo por el hecho de haber nacido en una familia y lugar concretos.
Lo que sí digo es que, más allá de lo que te sucede, la actitud que tienes y con la que afrontas las cosas, marca el tipo de vida que llevas.
Te imaginas al despertar por la mañana, antes de abrir los ojos, palpar a tu alrededor, y pensar que si lo que estás tocando no es una caja de pino, ese es el presagio de que va a ser un gran día. ¿Por qué no? Es cierto, si no estás muerto todo es posible, pero ¿te das cuenta del cambio de actitud que supone ese pequeño giro de interpretación al despertar? Ahora imagina que ese mismo matiz se lo dieras a cada acontecimiento que sucediera en el día, como agradecer y honrar el desayunar, comer y cenar, el tener un trabajo que hacer, o tener los conocimientos y habilidades que te permiten buscar uno, o el saber leer y escribir, lo que te permite aprender para poder optar a un mejor trabajo. El llegar a la noche y poder dormir sabiendo que has vivido un día en libertad. Muchas veces no nos damos cuenta de infinidad de cuestiones, privilegios de los que gozamos y que nos pueden dar una perspectiva más rica y cambiar nuestra actitud.
Te invito a que observes la actitud con la que haces cada acción, desde desayunar hasta atender una llamada telefónica y te preguntes ¿es esta la mejor actitud que puedo tener para lo que voy a hacer?