La felicidad no llega con un sencillo chasquido de dedos, tampoco se estudia una carrera instantáneamente, ni se gana unas olimpiadas, ni tampoco el éxito se alcanza en un segundo. Todo ello es el resultado de mucho esfuerzo, atención puesta en una única dirección y tiempo. Pero aun mucho más importante, todo es causa de la suma de todas las decisiones que en una vida se toman, grandes o pequeñas.
Párate a pensarlo por un momento, hoy vives la consecuencia de todas las decisiones que has ido tomando en tu pasado. Tal vez algunas afectaron mucho a tu situación actual, y tal vez otras afectaron de forma imperceptible, pero como si se tratase de una bola de nieve bajando a toda velocidad por una montaña, y acumulando en cada vuelta, más y más nieve a su alrededor, cada decisión pequeña o no, te ha ido dirigiendo a donde estás ahora mismo.
Y si quieres saber donde estarás en 5 años, haz una especie de proyección a futuro de las distintas decisiones que ahora estás tomando. Piensa qué te hace tomar estas decisiones y no otras, porque esas mismas palancas de pensamiento, serán las que te harán tomar las siguientes decisiones que te acercarán hasta ese futuro proyectado. Si te gusta, nada has de hacer, más que seguir pensando, decidiendo y actuando como hoy día lo estás haciendo. Pero si lo que ves, no te gusta en todos sus aspectos, entonces piensa qué has de ajustar, para que sí te guste tu futuro. Qué decisiones no deberías tomar, y cuáles sí, qué dirección deberías cambiar hoy mismo, y cuál mantener. Como si de un coche se tratara, hemos de ir haciendo ajustes al volante, no podemos dejarlo suelto totalmente, ya que el propio terreno no es cien por cien liso, y puede hacer que se gire llevándonos poco a poco a la cuneta e incluso provocando un accidente. Hemos de tomar el volante y a veces con pequeños ajustes, otras con mayores, dirigir el vehículo hasta nuestro destino deseado. Al igual que ocurre con la vida, debemos tener claro cuál es el destino que deseamos, hacer correcciones sobre el terreno, para asegurarnos que vamos en la dirección correcta, aunque haya que coger carreteras secundarias o dar rodeos en ocasiones. Y de vez en cuando, proyectar una línea hacia delante, siguiendo la trayectoria que llevamos, para ver si realmente vamos a llegar a un futuro deseado, siguiendo la ruta que estamos llevando.
El futuro está en tus manos, solo tienes que tomar las decisiones que te lleven a él. Y hacer las correcciones oportunas sobre la marcha.