Nuestra capacidad de estar esperanzados por que el futuro será mejor, sea cual sea la situación de hoy, nos proporcionará felicidad. Y como un bucle sinfín, esta emoción de bienestar, hace que pase lo que pase, lo vivamos restándole importancia, y esto a su vez nos hace poder ser más felices, más allá del momento vital que estamos viviendo.
El ser más felices hoy, nos aporta también estar más abiertos al aprendizaje, lo que facilita que en el futuro podamos hacer mejor las cosas, y así conseguir mejores resultados. Lo que redunda en generar más y más esperanza.
Según estudios realizados, se sabe que una persona que tiene esperanza en el futuro, y que en consecuencia se encuentra más feliz por ello, se recupera mejor y más rápido de una intervención quirúrgica. Además, también es conocido según distintas investigaciones, que un estado de felicidad, ayuda a mejorar nuestro sistema inmunológico, facilitando un estado más saludable.
Sé que puedes pensar, que vistas algunas situaciones vividas en la actualidad, no hay esperanza, o que es muy difícil tener esperanza para el futuro. Podría ser, pero una cosa es cierta, y es que el futuro no lo conocemos, por lo que puestos a creer algo, cree que será mejor, ya que sea el que tenga que ser, al menos, hoy mismo ya estás disfrutando los beneficios de ese posible futuro. Mientras que en caso contrario, sea cual sea, ya estarás viviendo y experimentando en tu cuerpo los daños que esa falta de esperanza puede producir.
En verdad, tener o no esperanza sobre un futuro desconocido e incierto, es una decisión, tienes o no tienes fe, confías o no confías. Prepárate para lo peor, pero espera lo mejor. A fin de cuentas, tu futuro depende en gran parte de ti, porque si no, ¿de quién depende?