Es evidente que no se alimenta igual que nuestro cuerpo, y nuestro estómago, pero también precisa de lo que la hace crecer, estar saludable y alegre. Nuestra vida es un reflejo del estado de nuestra alma.
Constantemente nos fijamos metas, nos ponemos retos que lograr, prestamos atención a qué mejorar, a qué aprender que nos ayude a tener éxito. Y en ocasiones descuidamos darnos un momento de aliento, un momento de reconocimiento de lo conseguido, de sentirnos bien solo por ser quienes somos. Pararnos a disfrutar del momento vital que estamos viviendo.
Y por otro lado, nosotros también participamos de la dieta de otras almas, cuando las abrazamos, cuando les regalamos una palabra de aliento, estamos alimentando saludablemente el espíritu de las personas cercanas.
No dejes que pase un día sin que abraces o regales unas palabras enriquecedoras a las personas que quieres, a las que tienes cerca. Cuida tu propio alma, rodéate de mensajes positivos, inspiradores que alienten lo mejor de ti, lo mejor de tu vida.
Porque esta dieta es importante, dedícale tiempo y atención, tu felicidad depende de ella.